jueves, 13 de marzo de 2008

- GOOGLE ES UNO -




Todos quieren parecerse a Google…

¿se puede? ¿vale la pena?



En otros tiempos se hablaba del modelo de Ford pero en la era de internet la mayoría se desvela por los modelos del Silicon Valley. Pero siempre sobrevuela la duda y la incredulidad. Aquí no es posible, eso pasa en otros lados. Debe haber alguna trampa. No pueden ser tan libres ni tan exitosos. Y para abordar el tema Infobrand se sumergió en la experiencia de Globant, una empresa argentina especialista en desarrollo y mantenimiento de productos de software que en menos de cinco años pasó a facturar u$s 40 millones y se codea con las grandes corporaciones de IT del mundo.

Es lo más parecido al modelo de Page y Brin. Se quedó con el último Premio Mercurio de Oro y ya se convirtió en una curiosidad para muchos que están por fuera del ámbito techie. Como los Grobo, que asombraron con su imperio sojero, los socios de Globant se destacan tanto por sus resulados económicos como por su formato friendly. Guibert Englebienne, uno de los socios más habituado a las RRPP, cuenta cómo es la vida de esta compañía, desde cómo se decidió el nombre hasta cuál fue la primera venta cuando solo contaban con cinco mil dólares en el bolsillo. Lo último, ahora hasta los convocan desde el Ministerio de Economía por tratarse de una empresa que lidera en el sector que pretende convertirse en el polo estratégico de desarrollo.


Primera sorpresa

No muchos saben que en Costa Salguero, además de un gran centro de convenciones hay edificios corporativos y ese fue el sitio elegido por Globant para instalar su Tech Park. Desde el propio nombre llama la atención. No es una fábrica ni es una oficina convencional. Es un gran piso (próximamente serán tres en cuanto terminen las obras que les permitirán triplicar el espacio) donde se despliegan montones de salas denominadas con nombres de caricaturas y espaciosas salas de reuniones con equipamiento de última generación para teleconferencias. El color verde domina en el ambiente. “Queríamos un color que nos identificara” recalcó Guilbert. Si hay un violeta Oca y un rojo Ferrari, ellos tienen su verde manzana.

Y lo más destacado, el salón que oficia de bar y lugar de esparcimiento. Es como el playroom o SUM (salón de usos múltiples) de Globant. Se trata de una gran sala donde conviven las mesas de ping pong con los juegos de metegol y los grandes plasmas sintonizados en canales de noticias o videoclips.

Un gran freezer para servirse a piacere comidas prehechas es un signo de libertad. “Tienen que depositar el vale en esta urna” dice Guilbert dejando en claro que nadie los controla. Justamente, se sabe: aquí nadie hace trampa. Todo esto parece ciencia ficción en un país que parece hasta vanagloriarse de “la picardía de robarse algo”.


Un combo de formas e ideas


Siguiendo el paneo por las instalaciones el verde sigue dominando. El gran salón de juegos, lugar elegido para hacer la entrevista con uno de los líderes de la organización, está plagado de mesas de diferentes formas, cuadradas o zigzageantes, y ubicadas a la altura de una barra de bar, así ofician de salas de reuniones informales. También son verdes, tanto como los platos y toda la vajilla y no se salvan ni las tapas de los potes para el azúcar que están prolijamente ubicados sobre las mesadas. Es como un enorme monoambiente con super kitchnette incluida que haría las delicias del primer hogar para un joven “moderno”.

“La mayoría de nuestros empleados son jóvenes” dirá en un momento de la charla el ejecutivo que hoy maneja una corporación de 600 personas. Pero si bien en su mayoría los “globers” son veinteañeros o treinteañeros también hay lugar para los que pintan canas. De hecho, en la mitad de la entrevista con Infobrand se acercó un cincuentón que necesitaba comentarle algo sobre algún proyecto a Guibert. Esto no parecía casual sino usual. El máximo ejecutivo de la compañía se cruzaba con unos o con otros, ya sea en sus boxes de trabajo o bien mientras jugaban al metegol, y todos lo conocían y viceversa. La horizontalidad, al menos en la comunicación, parece un rasgo distintivo de la organización.

Con solo acceder a este lugar ya se está diciendo mucho de esta marca Globant que está sonando cada vez más fuerte. Muchos la oímos nombrar por primera vez cuando lograron acceder al premio mayor de la Asociación Argentina de Marketing, el Mercurio de Oro. Para los que están sumergidos en el mundo tecnológico seguramente el nombre ya venía ganando popularidad desde hacía por lo menos tres años.


El tiempo no cuenta

Aquí no hay historias largas, no hay largas líneas del tiempo (timetable), como solemos ver en los sitios de las grandes corporaciones. En este caso basta ir para atrás un lustro. Y allí encontraremos a cuatro jóvenes ingenieros que trataban de darle vida a un proyecto independiente. Tres se conocían como estudiantes de la Universidad de la Plata, el cuarto, nuestro interlocutor, estudió en Tandil ingeniería de sistemas.

Pero su lugar en el mundo es Mar del Plata, donde pasó gran parte de su infancia y juventud y de allí viene su amor por los paisajes con agua.
“Necesito estar cerca del agua, del río” y así se explica que las oficinas de Globant no solo tienen un sitial privilegiado por ubicarse en una localización jerarquizada, incluso por la presencia contigua de la pujante Mercado Libre, sino que también responden a la añoranza de uno de los socios al que le gusta estar cerca de la costa porteña.


Proyecto en danza

¿Pero había al menos alguna idea de que esta empresa podría llegar a facturar unos u$s 40 millones en solo cinco años y que proyecta llegar a los 100 en dos años? Todo indica que sí. Desde el inicio pensaron en grande. Eso no quita que otras veces también pensaron en grande y no les fue bien. “Yo ya había fundado siete empresas antes de hacer esta” relata Guibert. Sorprende pensar que en tan poco tiempo pudo haber dado vida a otros emprendimientos, claro que se trataba de iniciativas propias de la era del boom de las punto com donde todo nacía, florecía y moría en un abrir y cerrar de ojos.

Reconoce cierto espíritu emprendedor que le viene de su familia asentada en Mar del Plata. Los negocios y el espíritu hacedor no le son ajenos.

Las premisas que sirvieron para montar Globant se sustentaron en algunos preceptos básicos. Ante el actual estado de desarrollo de la tecnología se puede trabajar desde cualquier lado para producir software. El talento es escaso y por eso también hay que salir a buscarlo en cualquier parte del planeta. Es importante estar cerca de los clientes por eso es vital instalar oficinas propias en otras partes del mundo como Londres o México y no valerse de representantes. Esa lógica también la implementaron a nivel local ya que se dieron el lujo de armar sedes tanto en La Plata, el lugar que los vio nacer, como en Tandil, la localidad argentina que pretende emular al “Silicon Valley”.

En Argentina se ubican los headquarters de la compañía, de hecho la localización es en otra oficina, en la Torre Laminar Plaza. Hoy siguen siendo socios mayoritarios aunque ya pasaron por su rueda de capitalización y van por más.

Pensaron en grande cuando sabían que a lo mejor debían contratar gente que ganara más que ellos. Así fue clave, por ejemplo, la contratación de un profesor de inglés afiatado en las presentaciones ejecutivas de tal modo que se sintieran seguros a la hora de salir a venderse al mundo. Ese es otro rasgo distintivo. Desde el vamos se imaginaron como empresa global que vendería sus servicios afuera, de hecho hoy un 95% de lo que hacen es materia exportable.


Tomar conciencia

Así iniciaron su primer “road show” para golpear puertas en el 2003. Guibert se tomó un avión a New York acompañado de Martín Migoya, el otro de los socios con mayor perfil vendedor. De Manhattan siguieron en auto hasta Washington y allí tuvieron su primera toma de conciencia de lo que estaban haciendo. Fue como un click cuando pararon en la ruta para comer algo. “Lo primero que nos llamó la atención fue el precio de Mc Donald´s, era 3 o 4 veces más caro de lo que salía aquí”. Era un mercado de gran escala. Era una oportunidad y un desafío. Y siguieron su ruta. En el primer lugar donde desembarcaron fue en EMC, una empresa líder en almacenamiento de datos. El éxito con este primer contrato fue clave para la continuidad del proyecto que había empezado con unas ideas esbozadas en un pizarrón y no más de cinco mil dólares.

“Conecto bien tecnología con negocio” dice Guibert por si quedara alguna duda. Pero la clave, según dice, a la hora de fundar una compañía es: “no caer en el error de juntarse con gente que tiene tu misma actitud de negocio”. O sea, buscar complementariedades. Compartir la visión es fundamental pero de ahí en más cada uno parte a lo que mejor sabe hacer.

“La clave son las relaciones personales” resalta Guibert. Es cierto, no caían de sopetón. Tenían una puerta entreabierta en los prospects porque habían acudido a sacarle el jugo a la lista de contactos. Tías, ex compañeros de trabajo o universidad, o cualquier pariente lejano apostado en algún lugar estratégico se convirtió en un atajo para darse a conocer. Envalentonados con el resultado que lograron en Estados Unidos se mandaron a Europa y allí lograron que Lastminute.com, el principal portal de viajes europeo, los contrate. En esa etapa incluso pedían que les adelantaran el pago de las facturas para poder mantener la rueda. Y así sigue la historia, claro que multiplicada por infinidad de viajes y por miles de proyectos. En tres meses ya eran 70 empleados.


A fuerza de hormigas y manzanas

Hay cosas que están desde el vamos, como el nombre. Uno podría suponer que contrataron a una agencia de branding. Pero no. Conocedores de las herramientas informáticas largaron a correr un software que les permitía elegir nombres solamente teniendo en cuenta que sonara a griego o a latín y que a su vez tuviera la posibilidad de contar con dominio “punto com” disponible. Pero esto los conducía a listas interminables de vocablos poco felices. Se dieron cuenta entonces que muchas empresas del sector terminan sus nombres con los vocablos “ant” o “ent”.

Y así surgió “Globant”. Lo curioso es que esto supuso durante algún tiempo la utilización de la imagen “ant”, que en inglés significa hormiga, como algo asociado a la marca.
En breve llegaría el símbolo que hoy los acompaña: la manzana. Todo sucedió en una feria de reclutamiento de talentos. En el medio de la exposición uno de los socios comía una fruta y Guibert, tirado en el piso acuciado por un dolor de espalda, se inspiró y dijo que esa manzana, verde como el color que ya tenía Globant, debía ser el símbolo de la compañía.

Ni cortos ni perezosos empezaron a repartir manzanas entre los asistentes. Y así lograron que miles de jóvenes portaran una inexplicable fruta que quedó indisolublemente ligada a la marca. Ya para la próxima descubrieron que era más barato e impactante que repartir bolsitas y les estamparon el logo, como si fuesen Moño Azul. Para el logo simplemente contaron con los servicios de una diseñadora.
Hoy el mix entre “frutas y puff” son un emblema de la compañía. Al menos es el kit básico de cualquier ambientación Globant.


¿Paraíso, burbuja o ambos?


Desde Globant están muy preocupados porque se sienta que son “el mejor lugar para trabajar”. Tienen una gran cantidad de servicios orientados a que la gente se sienta a gusto. Hay hasta un “Ministerio de la Fiesta y el Happy Hour”. Tienen salas de yoga y de gimnasia dentro de las instalaciones donde también se dan servicios de masajes. Pero en cada lugar se dirime cuál es el mejor modelo de esparcimiento. “En La Plata prefirieron un minigolf antes que un scalectric”. No casualmente reciben 1600 CV al mes, realizan 800 entrevistas e incorporan 50 nuevos “globers” por mes.


Cuestión de estado


Entre medio de la charla por las preferencias de los juegos aparecen como al pasar temas de gran escala como la reciente reunión con el ministro de economía y producción Martín Lousteau. Mientras visitábamos las instalaciones de la sala de brainstorming, que tiene iluminación que cambia de color según las preferencias de los ocupantes tanto como una batería para despuntar la inspiración musical, Guibert comentó que el joven y flamante ministro había planteado que el sector de IT era clave como proyecto de país. Esto los habilitó a “chapear” con el aval del funcionario a la hora de recibir algún prospect importante.

Y esto sucedió esta semana cuando visitaron nuevamente el despacho ministerial acompañados por Scout Taylor, representante de Electronic Arts, la empresa de desarrollo de videojuegos más importante del mundo, con una facturación de 3.400 millones de dólares anuales y más de 7 mil empleados. De este modo, esperan obtener la tercerización de los servicios de IT a través de su nueva área de Animation & VFX Studio. De parte de Globant, estuvieron presentes en la reunión tres de los socios fundadores: Martín Migoya, CEO; Guibert Englebienne, CTO; y Martín Umaran, COO. El único que faltaba era Néstor Nocetti.

Y lo más reciente en cuanto a ampliación de horizontes es que piensan instalarse en Brasil. El lugar elegido es Florianópolis. Para la mayoría de los argentinos suena como un lugar dilecto para disfrutar de la playa. Pero el ejecutivo de Globant nos advierte: “es una de las diez ciudades más dinámicas del mundo, hay 300 empresas del sector y tres universidades”.


Paralelismos


Así seguirá la rueda del mundo Globant. Ya llevan entre todos 500 vueltas al mundo. El parecido con Google llama la atención. De hecho, lo tienen como cliente. Y Guibert admite: “tenemos una cultura parecida”. Pero parece que no están enfocados en “parecerse a”. Si cruzamos la impresión que pudimos tener al charlar con la gente de Globant con lo que percibió el periodista Leandro Zanoni al visitar la sede de Google, tal como lo documenta en su blog (eblog.com) podemos decir que hay ciertos paralelismos. No casualmente Zanoni tituló “Los amos del Universo”. Hay cierta percepción casi mesiánica que trasciende el negocio.
Guibert dice no estar interesado en hacer política y tampoco siente que esté profetizando. Sin embargo, hay una cosa clara que supera el discurso estándar de un ejecutivo corporativo. “La empresa es un organismo vivo, es un vehículo de cambio, no es solamente un sustento de vida, y debe continuar aunque yo no esté más”.


Ladran Sancho…

Conocer el mundo Globant genera muchas cosas. Algunos lo miran con incredulidad y tratan de agudizar los radares para encontrar la falla. A estos, que andan con el lápiz rojo y la lupa, Guibert les aclara que no tienen una política de andar midiendo la rentabilidad minuto a minuto. “No calculamos cuánto tiempo pasa la gente jugando al ping pong pensando en que así estamos perdiendo plata”. La consigna es que todos sientan que van a enfrentar el lunes, la vuelta al trabajo, con placer.
En otros hay una sensación irresistible de querer pertenecer y para eso están los múltiples procesos de “recruitment” y selección. Para otros tantos es un modelo a copiar y están también los que sienten cierto escozor al percibir que allí adentro reina un supuesto “mundo perfecto” donde la gente es buena, inteligente y creativa, como imagen de postal de los countries o barrios privados.

Nada de esto parece importarles a ellos. Sino que creen adherir más bien al clásico lema: “ladran Sancho…” Entre medio, podemos dar fe que Guibert se muestra locuaz, calmo, atento a lo que pasa a su alrededor y no está obsesionado por saber cuántos mensajes le entraron en su Blackberry o en su Iphone mientras concede esta entrevista a Infobrand. El ejecutivo que maneja una gran corporación multinacional se toma su tiempo para la charla distendida y eso no es poca cosa.

Alicia Vidal
Revista Infobrand

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