miércoles, 31 de diciembre de 2008

- SUSTENTABILIDAD -





La era de la prosperidad sostenible


El rescate fundamental


Ban Ki-Moon
para LA NACION
Noticias de Opinión
Foto: Alfredo Sabat




El año próximo estará cargado de tensiones, con una serie de disyuntivas difíciles entre los imperativos del presente y los del futuro. La forma como resolvamos tales tensiones dará idea de nuestra visión y de nuestra capacidad de dirección.

Como comunidad de naciones, el año próximo vamos a afrontar tres pruebas inmediatas. La primera acaba de empezar. No es la crisis financiera, por importante que ésta sea. En este caso me refiero al cambio climático, la única amenaza en verdad existencial.

Sólo nos quedan doce cortos meses hasta que se celebre una cumbre decisiva en Copenhague, en la que los dirigentes mundiales se reunirán el próximo diciembre para alcanzar un acuerdo con vistas a contener el calentamiento planetario. Necesitamos un acuerdo que amplíe, profundice y fortalezca los Protocolos de Kyoto. Necesitamos un nuevo tratado para el siglo XXI que sea equilibrado, no excluyente y amplio, un tratado que todas las naciones puedan aceptar.

A principios del pasado diciembre, dimos un importante paso en Poznan (Polonia), donde los ministros y los expertos del clima se reunieron para formular con ahínco un plan para el futuro. Las negociaciones fueron difíciles y, seguramente, llegarán a serlo aún más. Algunos sostuvieron que con las dificultades actuales no podemos permitirnos el lujo de abordar el cambio climático. Lo que yo digo es que no podemos permitirnos el lujo de no hacerlo. Está en juego el futuro del planeta.

Nuestra segunda prueba es económica. Es evidente que necesitamos un estímulo planetario. Las economías más importantes han reaccionado ante la crisis actual con ambiciosos planes monetarios y fiscales de rescate. La cumbre de emergencia del G-20, celebrada en Washington, en noviembre, demostró que los gobiernos están colaborando para coordinar sus políticas. En una reunión más reciente celebrada en Doha, se ampliaron esas gestiones.

Todo eso es digno de beneplácito, pero tenemos que hacer más. Por encima de todo, tenemos que pensar con audacia y originalidad. Para salir de la crisis financiera inyectando dinero, debemos hacerlo con inteligencia y eso significa que los gastos deben ser inversiones. Deben ser sostenibles para que no estemos limitándonos a lanzar dinero a los problemas, sino utilizando, en cambio, esos fondos para poner los cimientos de un futuro más estable y próspero.

China ha demostrado capacidad de dirección. Toda una tercera parte de su programa de estímulo, recién anunciado y que asciende a 586.000 millones de dólares, se canalizará hacia el crecimiento y las infraestructuras verdes. Los chinos han aprovechado una oportunidad para abordar varios imperativos a la vez: crear puestos de trabajo, conservar energía y luchar contra el cambio climático. Los Estados Unidos, con el gobierno de Barack Obama, se proponen hacer lo mismo.

Esas autoridades saben que la inversión en combustibles substitutos y tecnologías que no dañen el medio ambiente proporcionarán un rendimiento futuro en gran escala, en forma de un medio ambiente más seguro, independencia energética y crecimiento sostenible, pero también saben que la inversión verde crea empleos y estimula el crecimiento en el presente.

Otras naciones deben seguir su ejemplo. Sin un gran impulso mundial, con todas las naciones avanzando en la misma dirección, nunca entraremos en una era de prosperidad sostenible. Si alguna vez ha habido un momento que requiriera una visión audaz y ambiciosa, una oportunidad de trazar una vía nueva y mejor, es el actual.

Nuestra tercera prueba es una pragmática cuestión de principio. El cambio climático y las finanzas mundiales no son nuestras únicas crisis. De hecho, agravan otras amenazas: inseguridad alimentaría, volatilidad en los mercados de las materias primas, y la energía y la terrible persistencia de la pobreza.

Ninguna nación se ha librado, pero las más pobres son las que sienten más intensamente esos golpes.

Si no se aborda correctamente, la crisis financiera actual se convertirá en la crisis humana del futuro. Los disturbios sociales y la inestabilidad política aumentarán y exacerbarán todos los demás problemas. En última instancia, el peligro es una serie de crisis en cascada, cada una de las cuales nacerá de las otras, con consecuencias potencialmente devastadoras para todos.

Así, pues, durante el año próximo deberemos actuar con espíritu de solidaridad mundial. Las medidas que adoptemos para abordar la crisis financiera deberán redundar en provecho de todas las naciones: las más pobres, así como las ricas y poderosas. Se deberán considerar los programas de ayuda para las naciones en desarrollo una parte de cualquier estímulo mundial y cualquier plan de recuperación económica a largo plazo.

Como mínimo, eso significa no utilizar la crisis financiera como excusa para reducir la ayuda internacional y la asistencia para el desarrollo. Debemos cumplir nuestros compromisos conforme con los objetivos de desarrollo del milenio como deber pragmático, además de moral.

Nos encontramos en el umbral de un nuevo multilateralismo. El péndulo de la historia está volviendo hacia las Naciones Unidas y las medidas colectivas. Las amenazas que afrontamos como comunidad de naciones en la actualidad son cada vez más las que exigen colaboración y cooperación: luchar contra el cambio climático, reconstruir el sistema financiero mundial y fomentar el desarrollo sostenible.

En este mundo interconectado, el imperativo es el de ver el nexo entre esos tres conjuntos de problemas. Con visión encontraremos soluciones para cada cual, que también serán soluciones para todos, pero hará falta capacidad de dirección para plasmar dicha visión en medidas, y también para equilibrar nuestros mayores intereses a largo plazo con las feroces urgencias del presente.

(Traducido del inglés por Carlos Manzano)
El autor es secretario general de las Naciones Unidas.

martes, 30 de diciembre de 2008

- DANIEL BARENBOIM -




Año nuevo para Barenboim


Haydn y Oriente Próximo


Concierto de Año Nuevo





El director hispano-argentino con varias ciudadanías conducirá por primera vez la Filarmónica de Viena.





A sus 66 años, el prestigioso maestro Daniel Barenboim iniciará el año 2009 con un debut, pues por primera vez dirigirá el célebre Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, con un programa en el que destacan Joseph Haydn y Oriente Medio. Así lo explicó hoy en Viena el presidente de los filarmónicos vieneses, Clemens Hellsberg, en una rueda de prensa donde, junto a Barenboim, presentó el programa de este concierto, que desde la Sala Dorada del Musikverein de la capital austríaca se televisará el próximo jueves a 71 países.





"Naturalmente que con Barenboim tenemos un socio ideal. Hace 20 años que trabajamos juntos", dijo Hellsberg al justificar la razón por la cual la orquesta, organizada de forma democrática y sin un director fijo, eligió esta vez al maestro argentino-israel-español, que posee además pasaporte palestino. Barenboim, por su parte, se mostró "impresionado" por la actitud "abierta" y la disponibilidad mental que encontró ayer en los filarmónicos, en su primer ensayo de este concierto.





Dramaturgia orquestal

Al programa "hemos tratado de darle una dramaturgia, porque es un programa con muchas piezas cortas, 19 títulos, y si no hay una dramaturgia del programa es simplemente una colección de propins. Este año no lo es", precisó Barenboim. "Hay una idea muy clara de cómo está construido el programa, con obras más grandes y otras más pequeñas", con tres piezas de la opereta El Barón Gitano, que se estrenó también en Berlín.





Estas piezas dan al concierto "una pequeña unidad, una pequeña sinfonía", añadió el músico, que se mostró además emocionado de que los filarmónicos hayan incluido obras que reflejan algunas estaciones biográficas de su vida. Es el caso, entre otros, "del Vals Español, que nunca lo han tocado ellos, ni yo tampoco. Es una pequeña joyita de (Joseph) Hellmesberger (1855-1907), y ahí van a poder ver exactamente la diferencia entre el ritmo del vals vienés y el vals latino", dijo.
Junto a las novedades, el público volverá a gozar de obras habituales en esta cita, entre ellos las dos últimas propinas: El Danubio Azul y la Marcha Radetzky. Hellsberg destacó hoy que el programa de este año la orquesta se ha acercado un poco "tanto a aspectos personales de Daniel Barenboim, como al jubileo de Joseph Haydn", en alusión a la celebración en 2009 de los 200 años de la muerte de Haydn.





Sinfonía de adioses

Así, entre los estrenos en este evento, además de la batuta de Barenboim, destaca el cuarto movimiento de la Abschiedsymphonie (Sinfonía de los Adioses) de Haydn, con la que se cierra el programa oficial antes de las propinas y que es la primera vez que se incluye en el concierto de valses y polcas. "No es una casualidad que empecemos con una obertura, la de Una noche en Venecia, de Johann Strauss (hijo), que no fue estrenada mundialmente en Viena, sino en Berlín", señaló Hellsberg, resaltando así la dirección de la Filarmónica de la Staatskapelle de Berlín que ostenta Barenboim.





Destacó que este maestro "ha escrito un cuento de hadas moderno con su orquesta del diván" (formada hoy por jóvenes músicos israelíes, palestinos y de otras nacionalidades árabes, así como españoles), y calificó ese proyecto como "una de las acciones más importantes de nuestro tiempo". En homenaje a ese proyecto se interpretará el Vals Cuentos (de Hadas) de Oriente, de Johann Strauss hijo, en la primera parte del programa, dedica exclusivamente a obras del "rey del vals".





Por otro lado, en la versión televisada, que se podrá ver también en España y varios países latinoamericanos, destacarán las coreografías del Ballet de la Opera de Viena a cargo de Vladimir Malajov, que homenajearán a Haydn desde los aposentos del Castillo de Eszterhazy, en la ciudad de Eisenstadt, al extremo este de la república alpina. En la pausa del concierto, la televisión pública austríaca ORF, que cumplirá el jueves 50 años de transmisión de este concierto, ofrecerá un filme que presentará a los músicos de la Filarmónica y a Barenboim en la ciudad de Linz, Capital Cultural Europea de 2009.





Para el 7 de enero se prevé la salida a la venta del CD de este concierto, uno de los más vendidos del mundo, mientras que la versión filmada en DVD se espera para el día 12, y en el nuevo formato Blu-ray, para el 16.

lunes, 29 de diciembre de 2008

- TALENTO -





Frases y citas célebres


sobre algo tan preciado


como "El Talento"







Es más fácil juzgar el talento
de un hombre por sus preguntas
que por sus respuestas.
Duque de Levis

No hay monstruo más temible
que un hombre que reúne
un malvado corazón
a un sublime talento.
Barón de Holbach





El talento es algo
bastante corriente.
No escasea la inteligencia,
sino la constancia.
Doris Lessing

El secreto de poner en ridículo
a las personas es conceder talento
a aquellos que no lo tienen.
Cristina de Suecia





Bienaventurado el que
tiene talento y dinero,
porque empleará bien
este último.
Menandro

Existe algo mucho más escaso,
fino y raro que el talento.
Es el talento de reconocer
a los talentosos.
Albert Hubbard





Del talento a la cordura
hay una distancia enorme.
Napoleón

Muchos creen que tener talento
es una suerte; nadie que
la suerte pueda ser
cuestión de talento.
Jacinto Benavente





El hombre de talento es
aquel que lo sabe todo
por instinto.
Píndaro

Las ideas son capitales que
sólo ganan intereses entre
las manos del talento.
Rivarol





El genio hace lo que debe
y el talento lo que puede.
George Bulwer-Lytton

El talento, en buena medida,
es una cuestión de insistencia.
Francisco Umbral





Todavía no se han levantado
las vallas que digan al talento:
"De aquí no pasas".
Ludwing Van Beethoven

El genio se compone del
dos por ciento de talento
y del 98 por ciento de
perseverante aplicación.
Ludwing Van Beethoven





El talento es como la salud,
que cuando se disfruta es
cuando menos se conoce.
Helvecio

domingo, 28 de diciembre de 2008

- CUBA -





A 50 años de la revolución


Cuba, un sueño en su encrucijada


Tras medio siglo de férreo gobierno castrista, sin desarrollo y la censura, Cuba está lejos hoy de haber cumplido con las promesas de la revolución. Pasado, presente y futuro de uno de los grandes mitos rumbo político y acosada por la pobreza, la falta de nuestro tiempo


Por César González Calero
Noticias de Enfoques - La Nación
Fotos: Silvana Nicastro



A la entrada del pueblo de Birán, en el corazón del oriente cubano, un cartel con la célebre divisa guevarista saluda a los visitantes: "Hasta la victoria, siempre". Cuando se observa la inmensidad del valle de Birán, uno imagina la sensación de poder que debió experimentar Angel Castro, uno de tantos gallegos que llegaron a Cuba a principios del siglo pasado sin un centavo en el bolsillo. Era tan reservado que cuando murió nunca se encontró la llave de su caja fuerte. Cuando consiguieron abrirla, sólo descubrieron documentos y algunas joyas. Porque don Angel no era acaparador y aunque llegó a hacer fortuna, la invirtió en sus tierras, en su país en miniatura. A sus jornaleros nunca les faltó alimento ni cama. Disponían de medicinas, escuela y hasta un cine para matar las horas de ocio. A don Angel lo único que le exasperaba era perder. Si no ganaba al dominó, arrojaba las fichas al suelo con rabia. A su quinto hijo (llegó a tener nueve), Fidel Alejandro Castro Ruz, que nació en la finca de Birán el 13 de agosto de 1926, tampoco le gustó nunca el dinero. Ni perder. De niño, cuando jugaba al béisbol, él era el pitcher, el lanzador. Y no le hacía ni pizca de gracia perder un solo juego. La victoria, siempre.





El 8 de enero de 1959, cuando entró en La Habana como un Mesías de verde olivo y cartuchera al cinto, Fidel Castro se mostraba exultante. Había vuelto a ganar. Y no estaba dispuesto a compartir su victoria con nadie, como les quedó claro aquel mismo día a los demás grupos revolucionarios que también se habían dejado la piel contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Para qué andaban recolectando armas, les regañó Fidel en el cuartel Columbia, si el Movimiento 26 de Julio (su organización) ya estaba al mando de todo.

Las biografías y estudios sobre Fidel Castro ocupan toneladas de papel.

Pero no hay mejor retrato del jefe de la revolución cubana que sus discursos, un corpus de miles de palabras con las que Castro fue cincelando la figura de un personaje extraordinario, descomunal, irrepetible. Eximio orador y brillante histrión, Castro hizo de cada una de sus arengas al pueblo un canto a la figura del comandante en jefe irreemplazable que habría de guiar a su pueblo durante décadas. Sin la potencia seductora de su voz, sin el magnetismo hipnotizador de sus gestos, la revolución cubana no habría sido la misma. El 70 por ciento de la población actual de la isla nació después de 1959, con el referente único de ese paterfamilias que enseñó a sus compatriotas con qué libros tenían que aprender a leer (el Pedagogo en Jefe), qué dieta debían seguir para estar más saludables (el Nutricionista en Jefe) o qué hacer cuando un ciclón se aproximaba (el Meteorólogo en Jefe).





El comandante de mecha jacobina descubrió enseguida la trascendencia de ese "diálogo con el pueblo", bien fuera a cielo abierto o a través de un artefacto recién inventado y que le vino como anillo al dedo: la televisión.

"Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho". Esta máxima, dedicada en un principio a los artistas e intelectuales cubanos reunidos en la Biblioteca Nacional en junio de 1961, describe a la perfección el laberinto por el que ha transitado la revolución cubana a lo largo de medio siglo bajo el faro omnisciente de Fidel Castro. Porque en la doctrina política de este hombre tocado por la gracia del destino no caben medias tintas. "Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad", les aseguró Castro a los intelectuales recelosos del sesgo autoritario que iba adoptando el nuevo régimen. Enseguida, los hechos le dieron la razón a aquellos que ya entonces, con gran olfato, procesaban las palabras de Castro en el sentido contrario al eco de sus promesas. Ese mismo año de 1961, Castro cerraría el semanario Lunes de Revolución (la perla cultural de la nueva Cuba), dirigido por una joven promesa literaria de la revolución: Guillermo Cabrera Infante. Y una década más tarde, en 1971, el caso del poeta Heberto Padilla (acusado de contrarrevolucionario, encarcelado e "invitado" a retractarse) abriría los ojos de muchos intelectuales al verdadero rostro del régimen cubano. El escritor Juan Goytisolo, defensor de la revolución en los primeros años, retrató magistralmente en uno de sus libros de memorias el mea culpa de Padilla: "La estrafalaria escenificación del acto, las dostoievskianas revelaciones del acusado [?] las referencias de los comisarios culturales a la hermosa noche [?] no son sólo un remake paródico de los procesos estalinianos sino un auténtico montaje ubuesco que hubiera colmado de arrobo al propio [Alfred] Jarry".





Luces y sombras

Desde su advenimiento, la revolución avanzaba a pasos agigantados en la alfabetización del pueblo, en la cobertura sanitaria universal y gratuita, en la expropiación de latifundios, en la nacionalización de empresas estadounidenses que habían hecho de Cuba un antro de negocios turbios. Los cambios sociales eran una realidad. Con gran firmeza, la revolución desmanteló en un abrir y cerrar de ojos el burdel en que habían convertido la isla los gobiernos corruptos precedentes, esa gigantesca ruleta tropical en la que los Meyer Lansky de turno dominaban el país a golpe de talonario y a punta de pistola.

Pero los pasos hacia atrás en las libertades individuales también fueron colosales. La creación en 1960 de los Comités de Defensa de la Revolución -un sistema de "vigilancia colectiva", en palabras de Castro- redujo al absurdo, según uno de los biógrafos de Fidel, el escritor alemán Volker Skierka, cualquier principio libertador de la revolución. Con un Comité en cada cuadra del país, la delación pasó a tener rango de ley, el miedo se impuso como una forma natural de las relaciones humanas, la paranoia colectiva se extendió como una mancha de aceite desde la punta hasta la base de la pirámide social.





En diciembre de 1992, Castro se jactó en un discurso de "haber puesto fin a toda forma de discriminación". Pero su gobierno cayó con frecuencia en los mismos abusos que se propuso combatir. Ejemplo de ello fue la creación, en la década de los 60, de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), granjas agrícolas donde fueron recluidos los homosexuales y otros "indeseables" para ser reeducados . Las UMAP fueron desmanteladas tres años después de su apertura tras una denuncia formulada en la ONU. Pero la discriminación no cesó. El régimen pensaba que la homosexualidad era una patología social (como quedó expresado en el Primer Congreso de Educación y Cultura, en 1971), y continuó marginando a todo aquel que consideraba "desviado". Como a Virgilio Piñera, uno de los grandes poetas de la época, condenado al ostracismo por su homosexualidad.





Desactivada toda oposición, Fidel tuvo pronto el camino allanado para fosilizar el proceso revolucionario y reivindicar la necesidad de un régimen unipartidista. Estados Unidos le proporcionó el guión soñado: una invasión frustrada, un ignominioso embargo económico, un arrogante Goliat imperialista frente al numantino David caribeño. Fidel Castro siempre se supo predestinado a consumar la cruzada inacabada de José Martí, la batalla final por la independencia de Cuba. Y en la beligerancia de Washington encontró el argumento ideal para aferrarse a un nacionalismo a ultranza, "patria o muerte", como principal asidero ideológico. La espada de Maceo por encima del Manifiesto Comunista de Marx.





Nacionalista de la primera hora, Fidel abrazó el comunismo por puro oportunismo político. Antes del triunfo de la revolución, su imagen se asociaba más a un Garibaldi que a un Lenin. Pero el romanticismo inicial dejó pasó al pragmatismo geopolítico. En 1965, con la Unión Soviética como gran ubre de la que la isla se alimentaba política y económicamente, Castro funda el nuevo Partido Comunista de Cuba. Y sigue interpretando lo que Skierka ha denominado "números de funambulismo dialéctico". El mismo hombre que en 1959 expresaba en la revista Bohemia su indignación por el "despotismo de dictaduras como la de la Unión Soviética", justificaba sin sonrojo en 1968 la invasión rusa de Checoslovaquia para aplastar la Primavera de Praga.





Socialismo por decreto

Lograda la institucionalización del régimen, Castro acomete la "gran ofensiva revolucionaria" para controlar toda la actividad económica del país. "¿Vamos a construir el socialismo o vamos a construir puestos de venta al aire libre?", se preguntó el comandante ante una enfervorecida audiencia en marzo de 1968. Los vendedores callejeros de hot dogs y papas fritas se pusieron a temblar. Con cifras en la mano, el comandante podía demostrar que un 95,1 por ciento de ese lumpen contrarrevolucionario no había hecho ningún esfuerzo por integrarse a la revolución. Y debían pagar por su osadía. Ellos y otros 58.000 pequeños negocios que echaron el cierre sine die. La "propiedad socialista" fue instaurada por decreto. Y el Estado pasó a ocuparse de todo, desde la venta de helados a la reparación de autos, pero, eso sí, sin socializar nunca entre los trabajadores los medios de producción. Esto es, implantando ese modelo que el pensador alemán Rudolf Rocker llamó la "grotesca caricatura del socialismo": el capitalismo de Estado bajo el paraguas del partido único, a imagen y semejanza del bloque soviético.





Mientras la Unión Soviética estuvo en pie, la estrategia de Castro (dependencia económica y férreo control político) funcionó como un reloj suizo. Pero tras el derrumbe de la URSS, en la década de los 90, el llamado Período Especial puso a prueba la capacidad de resistencia del régimen. Castro aprobó con las mejores calificaciones, urdiendo crisis migratorias y amenazas de invasión constantes, pero, ante todo, comprobando que tres décadas de lobotomía colectiva habían dado los resultados deseados: la parálisis total de la sociedad civil.

Superados los peores momentos, Fidel reemprendió su cruzada. El caso del balserito Elián González, retenido en Miami por familiares mientras el padre reclamaba su custodia en Cuba, fue la coartada perfecta para la última escaramuza ideológica de Castro. La Batalla de las Ideas acababa de nacer. Eliancito retornó a la isla, para regocijo del comandante, que había vuelto a vencer. Y con el niño-héroe regresaron también las marchas del pueblo combatiente, las consignas necrófilas, las apariciones maratonianas en la televisión? En los primeros años de este siglo, un Fidel Castro con energías renovadas ofrecía de nuevo su versión más teatral, para desasosiego de una población exhausta. Volvían los años duros de la confrontación ideológica: persecución de disidentes, fusilamiento exprés de unos secuestradores de una lancha de pasajeros, recentralización de la economía? Hasta que en 2006 (un 26 de julio, fecha emblemática para Castro) le estalló el estómago de tanta bilis acumulada, y las luces de ese espectáculo esperpéntico se apagaron, dando paso a una versión descafeinada de la función, interpretada ahora por un actor mediocre, anodino, fútil, llamado Raúl Castro.

Cincuenta años después de la epopeya revolucionaria, el hombre nuevo con el que soñó el Che Guevara es hoy un buscavidas que sobrevive vendiendo en la calle lo que le roba al Estado. Los principios revolucionarios se fueron desplomando en la isla sin que nadie pusiera remedio, como esos balcones desgajados de las casonas de Centro Habana. Y el sistema vive así, apuntalado y en una permanente estática milagrosa , esa maravillosa expresión acuñada por los urbanistas cubanos para definir la asombrosa resistencia de los descuidados edificios centenarios de La Habana.

La revolución cubana, el proyecto social que despertó las simpatías de millones de personas en medio mundo, ese "huracán sobre el azúcar" del que habló Sartre, la revolución "de los humildes y para los humildes" que encandiló a la izquierda internacional, hace muchos años que se autodestruyó a sí misma, transformándose por obra y gracia de su guía espiritual en un régimen totalitario, en una apisonadora de conciencias críticas, en un rodillo represor bajo el que las voces discrepantes fueron marginadas, humilladas, recluidas.

Hoy, de esa hazaña revolucionaria no queda más vestigio que el juguete roto de un caudillo visionario que soñó -que sueña todavía en el otoño de su existencia- con la gloria eterna. Y con la victoria, siempre.

sábado, 27 de diciembre de 2008

- BERNSTEIN -





Leonard Bernstein



MÚSICA SIN BARRERAS





Leonard Bernstein nació el 25 de agosto de 1918 en Flafawrence, Massachusetts. Pianista, director de orquesta y compositor. Fue el primer director de orquesta nacido en los Estados Unidos que obtuvo fama mundial. Es conocido por dirigir la Orquesta Filarmónica de Nueva York, sus Conciertos para jóvenes en la televisión de los 60 y sus múltiples composiciones, entre ellas West Side Story (1961), Candide y Un día en Nueva York (1949).





Después de graduarse en la Boston Latin School en 1935 Bernstein acudió a la Universidad Harvard, donde estudió música con Walter Piston y se asoció brevemente con el club Harvard Glee. Al acabar sus estudios en Harvard (1939), ingresó en el Curtis Institute de Philadelphia, donde recibió la única nota de sobresaliente que Fritz Reiner concedió nunca en sus clases de dirección; y en el verano, acudía al Berkshire Music Centre (1940 y 1941). En esta época Bernstein también estudió piano con Isabella Vengerova y Heinrich Gebhard.





Los primeros años de Leonard Bernstein en Nueva York estuvieron llenos de trabajo duro y mucho entretenimiento. Después de una larga lucha interna y un turbulento noviazgo en el que se comprometió y rompió el compromiso varias veces, se casó con Felicia Montealegre Cohn el 9 de septiembre de 1951.





Fue muy considerado como director de orquesta, compositor (sin relación alguna con el compositor de bandas sonoras Elmer Bernstein), pianista y educador. Fue probablemente el director de orquesta más conocido por el público norteamericano, debido a su larga permanencia como director titular de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, en 1944. Dirigió muchas otras orquestas de las más destacadas del mundo. Compuso tres sinfonías, dos óperas, una misa, cinco musicales (entre los que destaca por su popularidad West Side Story), y muchas otras piezas. Siguió diversos estilos: atonalidad, dodecafonismo, jazz.





En 1940 comenzó a estudiar en el instituto de verano de la Orquesta Sinfónica de Boston, Tanglewood, con el director de orquesta Serge Koussevitzki. Bernstein se hizo después asistente de dirección de Koussevitsky.1 Más tarde le dedicó su Sinfonía n.º 2 a Koussevitzki.

Fue nombrado director sustituto de la Orquesta Filarmónica de Nueva York. Poco después, el 14 de noviembre de 1943, hizo su debut cuando Bruno Walter enfermó. Tuvo un éxito inmediato y se hizo famoso puesto que el concierto se retransmitió a todo el país. El solista ese día histórico fue Joseph Schuster, violonchelista, que interpretó Don Quijote de Richard Strauss. Como Bernstein no había dirigido nunca esta obra, Bruno Walter ensayó con él antes del concierto.





Después de la Segunda Guerra Mundial, la carrera de Bernstein empezó a desarrollarse internacionalmente. En 1949 dirigió el estreno mundial de la sinfonía Sinfonía Turangalila de Olivier Messiaen. Después de la muerte de Serge Koussevitsky en 1951, Bernstein asumió durante muchos años la jefatura de los departamentos orquestal y de dirección de Tanglewood. Fue nombrado Director titular de la Filarmónica de Nueva York desde 1958 hasta 1969. Hasta 1990 fue nombrado director laureado, dirigiendo la orquesta hasta cinco días antes de su muerte.





Se convirtió en una figura muy conocida en los Estados Unidos por una serie de cincuenta y tres programas titulado Conciertos para Jóvenes, que se televisaron a través de la CBS, en la que comentaba las obras que después interpretaba. Algunas de sus lecciones musicales se han divulgado en disco, junto a otras grabaciones premiadas con los Grammy. Hasta hoy, estos Conciertos para Jóvenes se mantiene como el programa de música clásica que más ha durado en una televisión comercial: se emitieron desde 1958 hasta 1972. Más de treinta años después, se repusieron 25 de estos programas en el canal de cable Trio y se comercializaron en DVD.





En 1947 dirigió en Tel Aviv por primera vez, inciando una larga asociación con Israel. En 1957, dirigió el concierto inaugural del Auditorium Mann en Tel Aviv; allí hizo muchas grabaciones. En 1967 dirigió un concierto en el Monte Scopus para conmemorar la reunificación de Jerusalén.

Dentro del género operístico, dirigió el estreno estadounidense de Peter Grimes (1946). En La Scala de Milán dirigió a Maria Callas en Medea de Cherubini y La sonnambula de Bellini. También dirigió un Tristán e Isolda en Munich. En 1966 debutó en la Ópera estatal de Viena dirigiendo Falstaff de Verdi, con producción de Luchino Visconti, y Dietrich Fischer-Dieskau como Falstaff). En 1970 volvió a esa ópera para la producción que hizo Otto Schenk de la ópera de Beethoven Fidelio. En 1986 dirigió su propia obra: A Quiet Place. Se despidió de la ópera de manera accidental en 1989: después de una representación de la Khovanshchina de Mussorgsky de repente entró en el escenario y abrazó al director de orquesta Claudio Abbado en frente de una audiencia sorprendida, pero divertida.





Desde 1970, Bernstein dirigió en muchas ocasiones a la Orquesta Filarmónica de Viena, y con esta orquesta grabó muchas de las obras que ya había registrado antes con la Filarmónica de Nueva York, incluyendo la integral de las sinfonías de Beethoven, Mahler, Brahms y Schumann. Le escogieron en 1973 para la Charles Eliot Norton Chair en su Universidad de Harvard, con el fin de que impartiera una serie de seis clases sobre música. Tomando el título de una obra de Charles Ives, llamó a esta serie de conferencias The Unanswered Question (La pregunta sin respuesta) que discute la evolución de la música clásica occidental hasta ese momento. Estas clases pueden verse hoy en libro y en DVD.
Recibió el premio del Kennedy Center en 1980.





En PBS en los años ochenta del siglo XX, fue el director de orquesta y comentarista de una serie especial sobre la música de Beethoven, que presentaba a la orquesta Filarmónica de Viena interpretando las nueve sinfonías de Beethoven, varias de sus oberturas, y la Missa Solemnis. El actor Maximilian Schell también aparecía en el programa, leyendo algunas cartas de Beethoven.





El día de Navidad, 25 de diciembre de 1989, Bernstein dirigió la Novena Sinfonía de Beethoven en el Schauspielhaus de Berlín Este como parte de una celebración por la caída del Muro de Berlín. El concierto fue retransmitido en directo para más de veinte países, con una audiencia estimada de cien millones de personas. Para la ocasión, Bernstein parafraseó el texto de la Oda a la alegría de Friedrich Schiller, diciendo «libertad» («Freiheit») en lugar de «alegría» («Freude»). «Estoy seguro de que Beethoven nos hubiera dado su consentimiento», dijo Bernstein.





Su actitud en el podio era muy gestual, extravertida, hasta el punto de haber visto criticados sus gestos exagerados. No obstante, fue un director bien considerado por los músicos, en particular los miembros de la Orquesta Filarmónica de Viena y la Orquesta Filarmónica de Israel, de la que fue un frecuente director invitado. Se le consideró particularmente adecuado para dirigir las obras de Gustav Mahler, Aaron Copland, Johannes Brahms, Dmitri Shostakovich, George Gershwin (especialmente Rhapsody in Blue y Un americano en París), y por supuesto con representaciones de sus propias obras (desafortunadamente, Bernstein nunca dirigió representaciones del Concierto para piano en Fa de Gershwin, ni de Porgy and Bess). Tenía la capacidad de ensayar toda una sinfonía de Mahler interpretando cada frase para la orquesta para expresar el significado preciso, y de emitir una manifestación vocal del efecto requerido, con un sutil oído perfecto para el que nada pasaba inadvertido.





Leonard Bernstein murió cinco días después de retirarse. Dirigió su última representación en Tanglewood el 19 de agosto de 1990 con la Sinfónica de Boston interpretando Four Sea Interludes de Britten y la Séptima Sinfonía de Beethoven.

Fallecido el 14 de octubre de 1990.
El día de su funeral, en la comitiva a lo largo de las calles de Manhattan, los obreros de la construcción se quitaron los cascos y saludaron al tiempo que gritaban «Goodbye Lenny». Bernstein está enterrado en el Green-Wood Cemetery (Brooklyn, Nueva York).





• Leonard Bernstein sólo compuso una banda sonora original para cine: La ley del silencio (1954).

• Cuando Bernstein impartía clases de Historia de la Música, solía poner ejemplos de canciones de los Beatles.

• Una vez grabó un disco en el que intervino un famoso pianista con el que no llegó a un acuerdo en la interpretación de las piezas musicales. La experiencia fue tan dura, que optó por grabar su voz al principio del disco explicando las desvanencias que habían surgido durante la grabación.

viernes, 26 de diciembre de 2008

- LO QUE VENDRA -





El desafío terrorista en la geopolítica

Estado del mundo 2009


Carlos Escudé
Para LA NACION



La incertidumbre geopolítica mundial será uno de los principales rasgos del año por comenzar. Encorsetados en una matriz rígida que les deja pocas opciones, los principales protagonistas tendrán un margen de maniobra muy escaso para evitar riesgosas confrontaciones.

Un condicionante crucial será la crisis global. La conmoción económica-financiera disminuirá los recursos a disposición de los principales aliados de los Estados Unidos para librar guerras y disputar espacios de influencia. Por eso, aumentará la carga norteamericana en la defensa del statu quo internacional.

Este es desafiado por al menos tres nodos de intereses encontrados, que a su vez están encadenados entre sí: el de Medio Oriente, el del sur de Asia y el de la ex Unión Soviética. A partir de los atentados de Bombay del 26 de noviembre, estos ejes de conflicto entrelazados configuran una gestalt de máxima peligrosidad. Como veremos, lo acontecido en la India modifica el nodo del sur de Asia y desestabiliza los otros dos.

Por cierto, los ataques terroristas, que mataron por lo menos a ciento sesenta y tres personas e hirieron a otras 293, agravaron dramáticamente un eje de conflictos, que involucra a la India, Paquistán, Afganistán y Estados Unidos. Aunque las acciones criminales, finamente sincronizadas, contaron con el apoyo de cómplices locales, fueron planeadas y perpetradas, principalmente, por extremistas paquistaníes. La amplia gama de blancos -entre ellos una estación de ferrocarril, un hospital, dos hoteles cinco estrellas, un centro comunitario judío y un cine- demuestra que su objetivo no se limitó a supuestos adversarios ideológicos o religiosos, sino que también apuntó a sembrar el terror en la población india en su conjunto.

El hecho ilustra una vez más los peligros provenientes de Paquistán, que la India debe enfrentar cotidianamente. Aunque la masacre no fue orquestada por el gobierno de Islamabad, éste es muy débil. No controla a su ejército ni a sus servicios de inteligencia, parte de cuyos cuadros son extremistas, y es incapaz de imponer límites a las diversas organizaciones islamistas violentas que operan en territorios tribales y en zonas montañosas de su país.

Esta situación es crónica, pero se ha agravado con el advenimiento de un nuevo gobierno en 2008, que tiene aún menos dominio que el anterior sobre sus fuerzas armadas. En verdad, Paquistán, una potencia nuclear, es el país más peligroso del orbe, debido al extremismo de su población. Sus madrazas enseñan el mismo tipo de islam que inspira a Osama ben Laden y su jihad .

Los antecedentes paquistaníes en materia de difusión de tecnología nuclear agregan al peligro. Hacia 2000, la inteligencia británica determinó que, a lo largo de la década de los 90, Abdul Qadeer Khan, artífice de la bomba de su país y héroe nacional, había estado involucrado en la venta ilegal de esa tecnología. No estaba solo. Son muchos los científicos y altos mandos que creen que es su deber difundir ese peligroso saber entre países islámicos. En 2004, después de ser acusado por las Naciones Unidas, Khan confesó haber vendido tecnología nuclear a Irán, Libia y Corea del Norte. Inmediatamente obtuvo un indulto que, más que las inclinaciones del ex presidente Pervez Musharraf, reflejó el extremismo de parte de la cúpula militar y de la población.

Ese radicalismo también se vislumbra en el hecho de que antes del 11-S, Paquistán era uno de los tres únicos países que apoyaban al régimen talibán en Afganistán. Después de los atentados, el gobierno de Islamabad accedió a que Washington usara su territorio contra los talibanes sólo porque (según dichos de Musharraf a CBS, en septiembre de 2006) éstos amenazaron con un bombardeo que los "retrotraería a la Edad de Piedra".

No obstante, según The New York Times del 12 de febrero de 2007, en 2006 el gobierno de Islamabad no pudo o no quiso impedir el establecimiento de pequeños campos de entrenamiento de Al Qaeda en las regiones tribales paquistaníes cercanas a la frontera afgana. Y, en el caso de los atentados de Bombay, el diario neoyorquino informó el 7 de diciembre que la organización paquistaní sospechosa de su ejecución, Lashkar-e-Taiba, ha crecido y se ha consolidado gracias al apoyo y protección del poderoso ISI, el servicio de inteligencia de Islamabad.

Frente a este panorama, ¿cómo ha de protegerse la India? Lo mínimo que Nueva Delhi puede hacer es trasladar tropas a su límite con Paquistán para vigilar mejor esa frontera porosa. Frente a la iniquidad de la tragedia, la oposición política al gobierno de Manmohan Singh exigirá medidas que reduzcan la inseguridad, y éste querrá complacerla porque, después de cuatro años de gestión, él y su partido del Congreso están debilitados.

Pero Islamabad ya lanzó una advertencia: si las tropas indias se desplazaran hacia la frontera indo-paquistaní, ellos trasladarían hacia allí las fuerzas que custodian el límite afgano-paquistaní. El 8 de diciembre, The New York Times informó que funcionarios de ese país declararon a la prensa que toda movilización de fuerzas indias distraerá recursos paquistaníes, actualmente dedicados a la contención de los talibanes en Afganistán.

Estados Unidos hará lo posible por impedir ambas maniobras, porque si ese escenario se materializara, su estrategia en ese país se desmoronaría. Reducidos o eliminados los controles militares en la frontera afgano-paquistaní, y dejada a su merced la peligrosa alianza entre los extremistas pastunes del occidente paquistaní y los talibanes afganos, el embate de éstos podría tornarse incontenible. La OTAN podría perder su guerra de Afganistán.

Para Estados Unidos eso sería una catástrofe. Detener el avance talibán es para ellos imperativo, ya que fue en Afganistán, durante la vigencia del régimen de esa parcialidad, donde se entrenaron los terroristas de Al Qaeda que, en 2001, destruyeron las Torres Gemelas y un pedazo del Pentágono.

Washington no puede permitir una reversión a la situación afgana previa al 11-S. Frenar a los talibanes exige que no se desmonte la guardia paquistaní en la frontera. También requiere que los mismos norteamericanos aumenten su presencia militar en territorio afgano, ya que sus socios de la OTAN no lo podrán hacer.

Es en este requisito en el que el nodo de conflictos del sur de Asia se encadena con el de Medio Oriente. Para controlar la situación afgana, Washington debe retirar una parte importante de los 140.000 efectivos que tiene en Irak. Recuérdese que la superpotencia ya no tiene un servicio militar obligatorio. Hay un límite a la cantidad de tropas que puede movilizar. Si Estados Unidos ha de fortalecer su frente afgano, deberá debilitar el iraquí.

Pero si ha de hacerlo sin dejar a Irán como potencia hegemónica en el golfo Pérsico, deberá negociar un modus vivendi con Teherán y también con Moscú.

Para que un acuerdo con Irán sea confiable, Rusia deberá abstenerse de suministrar armas peligrosas a los persas. Y para conseguir esa moderación de parte del Kremlin, Washington deberá renunciar a su estrategia de evitar que los rusos recuperen parte de su zona de influencia en la ex Unión Soviética.

Así, el nodo de conflictos asociados al Medio Oriente se entrelaza, a su vez, con el que abarca a Ucrania, Georgia, Rusia y la OTAN. El precio de la cooperación del Kremlin frente a los ayatolas iraníes parece ser, por lo menos, la eliminación de la estrategia estadounidense de tender un cerco militar alrededor de Rusia.

Pero no resulta claro que la Casa Blanca esté dispuesta a esa claudicación parcial. Dependerá en parte de Barack Obama, que será el prisionero de esta severa lógica ajedrecística. Aunque la debilidad no sería buena consejera, cualquier desmesura, propia o heredada, puede acarrear costos incalculables.

jueves, 25 de diciembre de 2008

- NAVIDAD -




25 de Diciembre


Nuestra Navidad




El día de Navidad es el 25 de diciembre, cuando se conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén según los evangelios de San Mateo y San Lucas. Después de la Pascua de Resurrección es la fiesta más importante del año eclesiástico.





Como los evangelios no mencionan fechas, no es seguro que Jesús naciera ese día. De hecho, el día de Navidad no fue oficialmente reconocido hasta el año 345, cuando por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno se proclamó el 25 de diciembre como fecha de la Natividad.
De esta manera seguía la política de la Iglesia primitiva de absorber en lugar de reprimir los ritos paganos existentes, que desde los primeros tiempos habían celebrado el solsticio de invierno y la llegada de la primavera.





La fiesta pagana más estrechamente asociada con la nueva Navidad era el Saturnal romano, el 19 de diciembre, en honor de Saturno, dios de la agricultura, que se celebraba durante siete días de bulliciosas diversiones y banquetes.
Al mismo tiempo, se celebraba en el Norte de Europa una fiesta de invierno similar, conocida como Yule, en la que se quemaban grandes troncos adornados con ramas y cintas en honor de los dioses para conseguir que el Sol brillara con más fuerza.





Una vez incorporados estos elementos, la Iglesia añadió posteriormente en la Edad Media el nacimiento y los villancicos a sus costumbres. En esta época, los banquetes eran el punto culminante de las celebraciones. Todo esto tuvo un abrupto final en Gran Bretaña cuando, en 1552, los puritanos prohibieron la Navidad. Aunque la Navidad volvió a Inglaterra en 1660 con Carlos II, los rituales desaparecieron hasta la época victoriana.





La Navidad, tal como la conocemos hoy, es una creación del siglo XIX. El árbol de navidad, originario de zonas germanas, se extendió por otras áreas de Europa y América. Los villancicos fueron recuperados y se compusieron muchos nuevos (la costumbre de cantar villancicos, aunque de antiguos orígenes, procede fundamentalmente del siglo XIX). Las tarjetas de navidad no empezaron a utilizarse hasta la década de 1870, aunque la primera de ellas se imprimió en Londres en 1846.





La familiar imagen de Santa Claus, con el trineo, los renos y las bolsas con juguetes, es una invención estadounidense de estos años, aunque la leyenda de Papá Noel sea antigua y compleja, y proceda en parte de San Nicolás y una jovial figura medieval, el espíritu de navidad. En Rusia lleva tradicionalmente un cochinillo rosa bajo el brazo.
Actualmente, la Navidad es tiempo de gran actividad comercial e intercambio de regalos, reuniones y comidas familiares.





En Occidente se celebra la Misa del gallo en iglesias y catedrales. En los países de América Latina, de arraigada tradición católica, se celebra especialmente la Nochebuena (24 de diciembre) con una cena familiar para la que se elaboran una diversidad de platos, postres y bebidas tradicionales.
También se acostumbra asistir a la Misa del gallo y celebrar con pirotecnia y fuegos artificiales.

martes, 23 de diciembre de 2008

- EDUCACION -




Equidad e inclusión educativa



Norberto Fernández Lamarra
Para LA NACION
Noticias de Opinión




El crecimiento de la educación superior en la Argentina, a lo largo del siglo XX, ha sido sostenido, con períodos de mayor expansión (1950/1955, 1974/75 y desde 1984 en adelante), coincidentes con procesos de recuperación y fortalecimiento de la democracia. La situación inversa se ha dado en períodos de dictaduras militares, con políticas de educación superior oligárquicas y antipopulares.

Otro momento democratizador de la educación superior en el país fue el de la Reforma Universitaria de 1918, con un importante impacto en la Argentina y en toda América latina, hasta la actualidad. A partir de la Reforma y de sus lineamientos, el país inició tempranamente el proceso de expansión y democratización de la educación superior. Según el censo nacional de población de 1960, la Argentina era en ese año el sexto país en el mundo en cuanto a la relación matrícula/población del país, con una tasa más alta que la de todos los países latinoamericanos y la mayoría de los europeos. Esta situación se deterioró durante las dictaduras militares 1966-1973 y 1976-1983 e inició un proceso de recuperación continuado desde 1983. En el período 1984-2006, la tasa de crecimiento anual promedio de la matrícula de la educación superior ha sido del orden del 8%, la mayor del sistema educativo argentino.

En 2006, la tasa bruta de escolarización universitaria ha sido del 48,9% (tomando la población de 20-24 años) y del 34,6% (de 18-24 años). La tasa total de escolarización de la educación superior -incluida la matrícula no universitaria- ha sido del 66,1% (población de 20-24 años) y del 46,8% (de 18-24 años).

Las políticas de acceso a las universidades públicas favorecen -en su mayoría- el ingreso irrestricto o libre, como estrategia de igualdad de oportunidades y de equidad, excepto en algunas carreras, en especial en las de Medicina y las de carácter científico-tecnológico. En éstas se toman exámenes o se realizan cursos de ingreso muy selectivos: en general acceden sólo entre el 20 y el 30% de los postulantes. Otras universidades han organizado cursos de ingreso, de carácter propedéutico, que tienden a subsanar los problemas de formación que los postulantes traen desde la enseñanza media. Las universidades privadas tienen sistemas muy diversos que dependen de su estrategia institucional. El tema del acceso a las universidades se constituye en un debate permanente y genera una controversia en la sociedad y en el ámbito universitario.

El grave problema en cuanto a equidad e inclusión social no es, por lo tanto, el del acceso, sino el de las altas tasas de deserción de la educación superior, en especial de la universitaria. Si bien no hay información precisa al respecto, se estima que entre un 40 y un 50% de los estudiantes que ingresan cada año a las universidades nacionales abandonan su carrera en el primer año; un número menor -pero todavía importante- lo hacen en el segundo año y en los siguientes. Se estima que sólo se gradúa alrededor del 15% de los ingresantes. Si bien no hay estudios al respecto, se puede afirmar que la mayor parte de los desertores son estudiantes pertenecientes a los sectores sociales bajos y medio bajos.

Se señalan diversas causas para este nivel tan alto de fracaso. Las externas a la universidad se vinculan con los problemas socioeconómicos de los estudiantes -que hacen que la mayoría trabaje hasta 35/40 horas semanales-, deficiencias de formación que vienen de los niveles anteriores (en especial de la enseñanza media), falta de adecuada orientación vocacional, etc. Entre las internas, se señalan las deficientes condiciones de aprendizaje en los primeros años, recursos escasos (laboratorios, bibliografía, equipos de computación, etc.), modalidades pedagógicas poco apropiadas para ayudar a los estudiantes en la difícil transición hacia la educación superior, planes de estudio y programas de escaso interés, carreras muy largas, sin salidas intermedias, profesores no capacitados adecuadamente, etcétera.

La Secretaría de Políticas Universitarias, conjuntamente con las universidades nacionales, está poniendo en marcha diversos proyectos que tienden a mejorar esta situación y a contribuir con una mejor atención de los estudiantes que ingresan, en especial los de situación socioeconómica y laboral más desfavorecida. Entre ellos, se encuentran los referidos a la implementación de un sistema de tutorías de acompañamiento y orientación (hasta ahora casi inexistente en el sistema universitario argentino), la adecuada formación de tutores y la mejor capacitación pedagógica de los docentes de primer año, las estrategias tendientes a superar los problemas cognitivos y aptitudinales de los ingresantes y la articulación de acciones con escuelas de enseñanza media, etc.

El autor es director de Posgrados de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.