jueves, 5 de marzo de 2009

- CIRCO -





CULTURA BUENOS AIRES


El circo, la nueva pasión de Buenos Aires


Por Susana Reinoso
Noticias de Cultura
La Nación




A buen resguardo tiene el gobierno porteño a su nuevo niño mimado, que presentará oficialmente el 23 de este mes. Se trata de Polo Circo, un megaproyecto que incluye dos ejes: la formación, creación y difusión de las artes del circo, con producciones de vanguardia y el fomento de la creación local, y el circo como herramienta de inclusión social de la población más vulnerable que son, en todas partes, los niños y los adolescentes. En el medio, el primer Festival de Circo se realizará en junio próximo con la presencia de las seis compañías más destacadas de Francia, país que ha mostrado con fehaciencia la importancia del circo en la inclusión de jóvenes de poblaciones marginales, rescatados del consumo de drogas y de la violencia.

El reciente viaje del ministro de Cultura, Hernán Lombardi, a Canadá terminó de cerrar el círculo abierto con el acuerdo entre Buenos Aires y París, a través del agregado cultural francés en Buenos Aires, Jean Francois Gueganno, un entusiasta de Polo Circo.

El aperitivo del megaproyecto fue servido la semana última en la Costanera Sur, con un espectáculo que coordinó Gabriela Ricardes, futura directora de Polo Circo, y co-creadora de El Coreto, una institución que enseña y difunde las artes del circo en Argentina, creada en junio de 2000. Por la reacción de la audiencia, sentada en el césped y pendiente del espectáculo cuya estética combina de manera armoniosa las artes circenses, el teatro, el tango, la tecnología y las artes visuales, el circo ya tiene un público en Buenos Aires.

Desde su creación, El Coreto ha sido el escenario de una didáctica de las artes del circo, que además de proporcionar un medio de vida a los jóvenes y adultos que se acercan, actúa como un contenedor social para niños y jóvenes. El Coreto ha sellado convenios con las más prestigiosas instituciones de circo internacionales. Por ejemplo, la Ecole Nationale de Cirque de Rosny, Francia; Big Apple Circus, de Nueva York; the Free Dome Project, de Israel.

Desde la aparición del Teatro Hípico a fines del siglo XVIII, en París, Francia ha exhibido un extraordinario desarrollo en las artes de circo, cuyos espectáculos son de alta calidad profesional. Con la creación del Centro Nacional de Artes del Circo en 1985 toda una nueva generación de artistas le dio al circo francés una proyección internacional, convirtiéndose en una marca cultural del país galo. Por su parte, Canadá no le fue en saga a los franceses. En 1984, dos artistas callejeros se pusieron como meta la reinvención del circo tradicional. Daniel Gauthier y Guy Laliberté no sabían entonces que habían sembrado la semilla del famoso Cirque du Soleil, una empresa cuyos maravillosos espectáculos fueron vistos, hasta 2007, por siete millones de personas y cuya facturación anual en igual período superó los 600 millones de dólares.

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