sábado, 21 de marzo de 2009

- PROPIEDADES DE LA SOJA -




La soja, contribuyente electoral


La coparticipación del impuesto a las exportaciones sojeras obedece al temor del Gobierno a una derrota electoral


Noticias de Opinión
La Nación



El anuncio realizado anteayer por la Presidenta, consistente en la constitución de un fondo solidario destinado a financiar obras de infraestructura de contenido social alimentado con la recaudación del impuesto a las exportaciones de grano de soja y sus harinas y aceites, tiene como principal objetivo influir sobre los resultados electorales en las elecciones nacionales del 28 de junio próximo.

La distribución del 30 por ciento de los recursos provistos por el principal renglón de las exportaciones argentinas, hasta ahora reservados al tesoro nacional, irá a alimentar a las gobernaciones y municipios, propósito que pudo tener justificación bajo circunstancias temporales normales, con participación del Congreso de la Nación, en proporciones tal vez diferentes y en todo caso para evitar la concentración de la decisión en un solo cultivo.

En las circunstancias actuales y luego de apenas una semana de procurar anticipar las elecciones nacionales, sólo cabe interpretar el propósito como un manotazo electoralista ante el temor de sufrir una derrota en las urnas. Someter a toda la sociedad a una constante movilización política con fines espurios constituye una prueba más del desprecio por las instituciones y de la adhesión a formas extrañas de gobierno, de resultados siempre negativos.

Otras finalidades persigue, también, la decisión adoptada. Se intenta dividir a los representantes del agro y, más aún, provocar una mayor fractura social mientras se continúa y profundiza la confrontación del Gobierno con el agro, una finalidad incomprensible si se tiene en cuenta que constituye el área más competitiva de la producción nacional, el aportante de mayor gravitación a las arcas públicas, el que crea la más alta proporción del empleo y casi el 60 por ciento de las exportaciones del país.

Tales actitudes que procuran poner de espaldas a quien debería ser el mejor socio de la administración permiten imaginar la existencia de un componente gubernamental autodestructivo. En otro perfil del disenso, el matrimonio presidencial y sus más cercanos seguidores persisten en discursos peyorativos respecto del agro, evitan invitar a sus representantes a las reuniones oficiales, descreen de la participación del agro en el quehacer productivo y en las exportaciones, y, entre otras agresiones, amenazan con recurrir a la estatización de sus principales exportaciones.

Con la decisión adoptada se ha dado una contundente negativa a la legítima petición de reducir la imposición del 35 por ciento a las exportaciones de soja y del 32 por ciento a las de sus versiones industriales. También, aunque indirectamente, a las de trigo y maíz del 23 y del 20 por ciento, respectivamente, y a las de girasol del 32 por ciento para el grano, y del 30 por ciento para sus derivados industriales. Las de carnes vacunas permanecen en el 15 por ciento, en un contexto de pequeñas concesiones, en un acuerdo que nada contribuye al gravísimo proceso de altas faenas de ganado y mortandades en los campos, fruto este último de la sequía.

En todo caso, a poco de logrado ese acuerdo, apareció la mano del secretario de Comercio para poner en duda todo lo convenido. Entre lo poco obtenido por las reuniones de los martes se cuenta la política láctea, con la virtual eliminación de sus retenciones, un subsidio de 10 centavos por litro para muy pequeños tamberos y otro de ayuda para evitar el sacrificio de terneros de tambo.

Cabe preguntarse qué país en el mundo recurre a gravar sus exportaciones no solamente en las enormes proporciones anotadas, sino también en una importantísima proporción del universo cubierto por la nomenclatura arancelaria en vigor.

Viene también al caso señalar la tardía reacción oficial y la morosa gestión relativa a paliar los efectos lesivos de la sequía. Es de lamentar, finalmente, que las apetencias políticas descriptas pongan de nuevo en vilo a la sociedad con todos los riesgos imaginables.

En cuanto a lo productivo, cabe afirmar que de aquí a las elecciones tendrá lugar el inicio del nuevo ciclo agrícola 2009-2010, y que, al no cambiar el rumbo, se impedirá el impulso requerido para morigerar los efectos de la crisis económica mundial.

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