lunes, 3 de diciembre de 2007

- ICONOS -





Iconos populares argentinos


Conforman el panteón nacional de los ídolos de masas de todos los tiempos. Como los héroes de la mitología, tienen dos rostros: uno lumínico y otro tenebroso.

Por Juan José Sebreli
Diario Perfil



Conforman el panteón nacional de los ídolos de masas de todos los tiempos. Como los héroes de la mitología, tienen dos rostros: uno lumínico y otro tenebroso. “Gardel era la voz del pueblo y también un gigoló; Evita la protectora de los humildes y una fanática perseguidora; Maradona el jugador más grande y el tramposo; el Che un mártir y un delirante que sacrificaba la vida de los demás en aventuras absurdas”, escribe el sociólogo, al tiempo que analiza los rasgos en común de estos personajes culturales y su permanencia en el imaginario social.

En los documentos de Internet y en las conversaciones del hombre común, los nombres de personajes argentinos más repetidos son los de Carlos Gardel, Eva Duarte, Ernesto Guevara y Diego Maradona. Los cuatro integran el panteón nacional de los íconos populares y son tal vez los únicos representantes de la cultura local unánimemente conocidos en el exterior.





Los ídolos populares, como los héroes mitológicos, tienen dos rostros, uno lumínico y otro tenebroso, dioses y demonios que provocan todo el amor y todo el odio. Gardel era la voz del pueblo y también el lumpen y el gigoló; Evita la protectora de los humildes y la fanática perseguidora; Maradona el jugador más grande y el dopado y tramposo; el Che el luchador por un mundo mejor y el delirante que sacrificaba su vida y la de los demás en aventuras absurdas.

En los cuatro se encuentran rasgos en común y divergentes. En Evita y el Che –a diferencia de los otros dos– el mito –que siempre se mueve en un mundo ahistórico– se mezcla con la utopía, una forma especial de mito que pretende insertarse en el mundo histórico. En el mito, los dioses bajan a confundirse con los hombres; en la utopía, los hombres aspiran a convertirse en dioses. De los cuatro, dos –Gardel y Maradona– pertenecieron al mundo del espectáculo con incursiones laterales en la política. El Che perteneció exclusivamente al mundo de la política. Y Evita participó en ambas esferas. Aunque como artista fracasó, y sólo por tal condición pudo conocer a Perón e ingresar al mundo de la política.

Sus ideologías fueron divergentes: Gardel fue conservador, Evita populista, el Che comunista y Maradona un oportunista que estuvo con todos los gobiernos al mismo tiempo que lanzaba encendidas prédicas izquierdistas. Los cuatro fueron figuras imprecisas, ambiguas, a veces contradictorias; Evita pudo ser igualmente reivindicada por la izquierda y por la derecha. Pero deliberadamente o no, llevados por su narcisismo y su pasión, rompieron, en su momento, con los cánones de vida tradicionales y se caracterizaron por sus excesos.

Identificación y distancia. Los ídolos son a la vez admirados y amados; para admirarlos deben ser distintos y distantes, inaccesibles al común de la gente; para ser amados deben parecerse al adorador, humanizarse. Reúnen en un delicado equilibrio las características contrarias, lo suficientemente distinto y lo suficientemente parecido. Ser lejano en quien se proyectan los deseos incumplidos, el ídolo vive en el Olimpo de los ricos, famosos y poderosos. Cercano y parecido con quien el adorador pueda identificarse, necesita haber sufrido las mismas humillaciones y necesidades que el más desfavorecido.





Los orígenes oscuros forman parte de la mitología de los ídolos populares. Gardel, Evita y Maradona cumplieron ese requisito: salieron de la nada y ascendieron a la cumbre. El Che pertenecía, en cambio, a una familia patricia aunque venida a menos, el tipo humano del “pariente pobre de la oligarquía”, por lo tanto su origen familiar fue tan conflictivo como el de los otros tres.

Los ídolos reivindican su pasado de pobreza pero a condición de haberla abandonado: por eso la ostentación de riquezas no desagrada a sus adoradores. En fotografías muy difundidas, Gardel aparecía con sombrero de copa, frac y chalina de seda. Maradona con un tapado de zorro blanco de Groenlandia. Y Evita vestida por Christian Dior y con alhajas de Van Cleff. En compensación, el Che, único de los ídolos surgido de las clases altas, hacía ostentación de ascetismo, de desaliño y hasta de suciedad.

El viaje iniciático es un momento liminar del héroe mítico, el viaje huyendo de algo o buscando algo en otra parte. La familia de origen es sustituida por un grupo de pertenencia elegido: la farándula en Gardel y Evita, la agrupación revolucionaria en el Che. Maradona integró a su familia a un clan itinerante y variopinto de amigos y servidores. El viaje iniciático es una aventura donde el personaje debe vencer peligros y pasar duras pruebas, cumplir hazañas para conseguir un objeto mágico –el santo grial, la lámpara maravillosa, el halcón maltés– que no es al fin si no lograr, por sus propios méritos, la identidad de la que carecía, ser reconocido, transformarse en héroe y conquistar un lugar de excepción.

La vida de Gardel fue un constante ir y venir: de niño fue la fuga con su madre del pueblo y la casa natal perseguidos por el estigma del hijo natural. En Buenos Aires, el joven Gardel hizo el viaje simbólico –recordado en las letras de tango– del barrio de arrabal a las luces del Centro. El viaje consagratorio a París, siguiendo la ruta emprendida por la oligarquía, le permitió el acceso a los salones exclusivos y su reconocimiento por las clases dominantes. Su muerte trágica se produjo al iniciar otro viaje donde se encontraría al fin con su “destino sudamericano”.





Evita hizo su primer viaje siguiendo el trayecto de la inmigración interior de los “cabecitas negras”, desde su casa materna y su pueblo provinciano a la gran ciudad, y después el viaje consagratorio a Europa donde completaría su glamour y la categoría de estrella internacional. Su último y macabro viaje sería el de su cadáver errante por los cementerios del mundo.

El Che –que pertenecía a una familia trashumante de acuerdo a los vaivenes económicos– inició un viaje iniciático a la manera de los beatniks por los caminos inhóspitos de la América profunda que lo conduciría azarosamente a la Revolución. Su caída comenzó con una serie de viajes erráticos por Africa y Europa del Este que no lo llevaban a ninguna parte, para terminar en un viaje sin regreso a la selva boliviana. Maradona logró su consagración con el viaje a Nápoles. En su decadencia, el viaje de salvación fue a la mítica Cuba castrista, que, nueva Lourdes de izquierda, lo atrajo con la promesa de curas milagrosas.

El último viaje de los héroes es la muerte, que para la mitología constituye el momento primordial del hombre –de ahí la importancia de los ritos funerarios. Los héroes mueren jóvenes, decía un aforismo griego. Igualmente, muchos íconos populares del siglo XX murieron jóvenes y tres de los íconos argentinos respondieron a ése canon: Evita y el Che murieron prematuramente y en actos de sacrificio e inmolación simbólica; Gardel ya no era joven cuando murió, pero estaba en la cima de su carrera. El cadáver oculto de Evita se convirtió en un nuevo mito que alimentaba la aficción macabra de la necrofilia argentina. Maradona, como buen futbolista, hizo varios amagos de una muerte temprana, anunciada y siempre postergada.

De los cuatro ídolos Maradona, en tanto siga generando eventos que producen ganancias permanecerá vigente, aunque una desaparición demasiado tardía tal vez deteriore el mito. Gardel es el menos vigente pero mantiene el prestigio de un prócer junto a Perón y San Martín, que despiertan respeto más que afecto. Evita está entrando en un proceso de musealización, ya que la mayoría de los argentinos actuales nació después de su muerte.

Su último apogeo fue con la juventud de los años 70; los peronismos posteriores dejaron de nombrarla. El Che sigue apareciendo en pancartas, afiches, tarjetas postales, almanaques y tapas de revista. La ironía de la historia quiso que se transformara en mercancía de la sociedad capitalista de consumo que tanto odió: camisetas con su imagen impresa son usadas por jóvenes que poco y nada saben sobre su vida, y que hasta a veces lo confunden con una estrella del rock.

No hay comentarios: