viernes, 26 de junio de 2009

- EJEMPLOS -




Bachelet y Lula, modelos de Obama



La Argentina debería definir su propio perfil si, como insinúa la Presidenta, pretende mejorar la relación con EE.UU.


Noticias de Opinión
La Nación


A los ojos de la presidenta de la Nación, Barack Obama es un tenaz imitador de su marido y, al parecer, un aplicado alumno de Perón. Después de todo, como afirmó en un acto de campaña en Marcos Paz, "muchas cosas que hace ahora el presidente de los Estados Unidos nosotros ya las hemos hecho antes aquí".

De ser cierto, el gobierno norteamericano preferiría disimular la fuente de las políticas de recuperación de su economía, seriamente averiada por la crisis desatada en Wall Street. De ahí, en principio, su insistencia en postergar la visita de Cristina Kirchner a la Casa Blanca.

Obama recibió ahora a la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, en su mejor momento desde que asumió el cargo, a pesar de promediar un año de elecciones presidenciales en su país y de haber padecido antes que otros países el azote de la gripe A: supera el 60 por ciento de imagen positiva. Fue la segunda mandataria latinoamericana en visitar la Casa Blanca después del presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, "el político más popular de la Tierra", según el anfitrión.

Curiosamente, Cristina Kirchner no parece recibir respuesta a sus pedidos de reunirse con Obama. Ni en la V Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago, ni en la reunión del G-20, en Londres, lograron sus gestores conseguirle un lugar en la agenda.

Si Néstor Kirchner se prestó en la IV Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata, para montar el circo de Hugo Chávez, Evo Morales y Diego Maradona contra George W. Bush y, apenas asumió la presidencia, Cristina Kirchner acusó a los Estados Unidos de montar "operaciones basura" con la valija repleta de dólares proveniente de Venezuela en un avión rentado por una empresa del Estado argentino, difícilmente reciban del país agraviado el trato preferencial dispensado a Bachelet y Lula.

Dejó en claro Obama que ambos presidentes señalan "el camino para otros países en los que la tradición democrática puede que no esté tan profundamente arraigada como nos gustaría". Dejó en claro, también, que se puede "hacer una causa común mostrando a esos países que la democracia, el respeto a los derechos de propiedad, el respeto a una economía de mercado y el imperio de la ley pueden llevar a una mayor prosperidad". ¿Hablaba de Venezuela, de Bolivia, de Ecuador o de la Argentina? La democracia no termina en las urnas, como parecen insinuar algunos líderes de esos países.

Hasta que el gobierno de los Kirchner no emita una señal clara de su perfil, ningún funcionario norteamericano se esforzará en asignarle el lugar que pretende en la agenda de Obama. No sólo en los Estados Unidos sucede esto. Cuba eligió a Lula para mediar ante Obama. Hilda Molina no recibió la autorización para viajar a la Argentina gracias a los Kirchner, sino a la discreta Iglesia cubana. ¿Qué respeto transmite un gobierno que, además de maltratar a la principal fuente de ingresos del país, el campo, y de confiscar las jubilaciones privadas, no se mostró sensible con la causa humanitaria de la médica cubana con nietos argentinos ni salió en defensa de intereses de empresas argentinas perjudicadas por los afanes estatistas de Chávez?

La presidenta socialista Bachelet, comprometida con los derechos humanos por haber padecido en el exilio la represión de Pinochet tras el asesinato de su padre, tendió el puente con los Estados Unidos que la Argentina de los Kirchner se empeñó en dinamitar con la excusa ingenua de mostrarse progresista y desairar a Bush. También lo hizo Chile en el gobierno de Ricardo Lagos, otro socialista, pero aplicó un método más sutil: se opuso con México a la guerra contra Irak en las Naciones Unidas. Sembró respeto sin alzar la voz y, ahora, cosecha respeto a voz alzada.

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