lunes, 5 de noviembre de 2007

- DDHH / HAMBRE -




Los derechos humanos y el hambre


Los derechos humanos empiezan con el desayuno", sostuvo sabiamente una vez el célebre canciller alemán Willy Brandt. Ni el sentido profundo ni el impacto emotivo que poseen estas palabras han perdido vigencia; la prueba está en que se aplican hoy lamentablemente a gran parte de la realidad argentina.

La desnutrición y el hambre no son situaciones pasajeras en nuestro país y cada día aparecen nuevos ejemplos de esto. Recientemente, dos ciudadanos argentinos de las comunidades indígenas pasaron a integrar, con su muerte por desnutrición, la infame lista que ya abarca tanto a mujeres como a hombres, tanto a adultos como a niños. Y esto, ya lo hemos puntualizado muchas veces, no se limita a una provincia -en este caso, Chaco-, sino a varias más: Mendoza, Santiago del Estero, Formosa, Misiones, La Rioja, Corrientes, Tucumán.

Sin embargo, más de una vez, también, hemos destacado desde estas páginas la contracara de esta dolorosa situación a la que conduce la falta de políticas de Estado para remediarla. Efectivamente, son muchas las organizaciones de la sociedad civil que han buscado darle una solución, en la medida de sus posibilidades.

Por eso hay que destacar una iniciativa conjunta entre la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Red Solidaria y el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, que dio origen a la creación del primer Centro de Desarrollo Comunitario, cuyo objetivo es la formación académica en el diseño de estrategias para combatir el hambre y la desnutrición.

Efectivamente, con esta creación se busca profesionalizar el desarrollo de programas solidarios y fortalecer el vínculo entre la sociedad y los claustros académicos.

Esta idea nació hace aproximadamente un mes y medio, cuando la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA y la ONG Red Solidaria, en la persona de su directivo más conocido, Juan Carr, unieron sus fuerzas para poner en marcha el mencionado programa. Con la participación ahora del Ministerio de Educación, es de esperar que cobre una dimensión aún más importante. Las primeras actividades del flamante organismo estarán dirigidas a revertir los cuadros de desnutrición en las comunidades tobas chaqueñas, en las que en los últimos tres meses murieron de hambre por lo menos 15 personas.

Según Carr, se van a dedicar 1825 días de campaña para erradicar la desnutrición que sufren los tobas, a través de un programa interdisciplinario que va a involucrar a todos los sectores. Pero también es muy interesante destacar que se busca que este Centro de Desarrollo Comunitario, además de ser un claustro de formación profesional, agrupe y fortalezca todos los programas solidarios que están siendo realizados por otras facultades de la UBA; por ejemplo, la de Derecho, que brinda asesoramiento legal gratuito, y las de Odontología y Medicina, que asisten a la comunidad.

Hay en este momento, según los datos de la Red Solidaria, alrededor de 330.000 familias que pasan hambre: de cada cuatro argentinos, uno tiene dificultades para conseguir comida, mientras que el problema en el nivel mundial es de uno cada tres. Por estas razones tener un centro de las características descriptas, que contará con la colaboración de los mejores científicos y muchos de los mejores profesionales del país, no deja de suscitar esperanzas.

Sin embargo, hasta que este programa comience a funcionar a pleno, no podemos dejar de recordar, una vez más, que la Argentina cuenta con una ley nacional, la ley Donal (por su nombre, ley nacional del régimen especial para la donación de alimentos), según la cual se pueden donar a los bancos de alimentos que asisten a las personas con hambre aquellos alimentos que los fabricantes desechan porque tienen fallas en su etiquetado, por errores de gramaje o por estar cercanos a la fecha de su vencimiento. Esa ley, debemos insistir en el hecho, fue absurdamente vetada por el PEN, después de su aprobación, en el artículo que hacía factibles esas donaciones.

Son muchas las maneras posibles de luchar contra la desnutrición y el hambre. Todas las formas de ayuda son buenas y no debería desecharse ninguna. Es de esperar que las autoridades que asumirán el 10 del mes próximo comprendan esta verdad tan simple y obren en consecuencia.

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