lunes, 11 de agosto de 2008

- CAUCASO -




Rusia extiende su puño en el Cáucaso


Por Jorge Castro
Diario Perfil



Tropas rusas, muchas de ellas situadas como fuerzas de paz de Naciones Unidas (peace-keeping), atacaron el viernes el ejército de Georgia. Según el gobierno georgiano, la punta de lanza rusa estaba integrada por 150 tanques pesados, entre 40 y 60 aviones Sukkoi-24, además de decenas de lanzamisiles, versión mejorada de los míticos Katyusha del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial. El primer ministro ruso, Vladimir Putin, señaló que “comenzó la guerra con Georgia”.

Georgia es el país del Cáucaso, ex integrante de la Unión Soviética y vecino con Rusia, más estrechamente vinculado a Estados Unidos. Las tropas georgianas son las terceras en importancia de la coalición que combate en Irak con el liderazgo norteamericano. Son más de 120 los instructores estadounidenses del ejército georgiano. Georgia y Ucrania aspiran a ingresar en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Osetia del Sur está situada sobre la frontera rusa; del otro lado, se halla el territorio de Osetia del Norte. Los pueblos de las dos regiones pertenecen a la misma etnia y hablan igual lenguaje. Prácticamente la totalidad de los osetianos del sur (70.000 habitantes) son ciudadanos rusos. Osetia del Norte limita con otras dos provincias rusas: una es Ingushetia; la otra es Chechenia. Allí, el ejército ruso aplastó una insurrección de la población islámica que duró cuatro años; y exigió la destrucción de la capital: Grozni. El entonces presidente Putin consolidó así su poder.

Al sur de Georgia se encuentra Azerbaiján; y en ella la provincia de Nagorno Karabakh, militarmente dominada por milicias armenias que mantienen su control desde 1991, y enfrentan a las tropas azeríes. Algo similar ocurre, fuera del Cáucaso, con la República de Moldavia, también integrante de la ex URSS, que enfrenta una situación insurreccional en Transdniéster, donde la mayoría de la población es rusa.

Fronteras inestables, poblaciones heterogéneas y movimientos secesionistas son elementos constitutivos del Cáucaso. Además, la región es recorrida por oleoductos estratégicos que transportan el petróleo ruso y azerí al mar Caspio, al mar Negro o al territorio de la Federación Rusa.

El otro elemento que distingue geopolíticamente al Cáucaso es que Rusia, fortalecida estratégicamente en los últimos cinco años por su condición de gran potencia petrolera (segunda del mundo, después de Arabia Saudita), reclama ahora su hegemonía sobre una región que integró el sistema soviético.

El presidente ruso, Dmitri Medvedev, al anunciar en Moscú la intervención rusa –que consideró una “represalia” contra la ofensiva militar georgiana–, señaló: “De acuerdo con la Constitución y las leyes, como presidente de la Federación Rusa, estoy obligado a proteger la vida y la dignidad de los ciudadanos rusos, independientemente del lugar donde vivan”. Medvedev se refiere al hecho de que en las repúblicas que integraban la antigua Unión Soviética –que quedaron afuera del marco de la Federación después de la implosión del sistema entre agosto y diciembre de 199– habitan más de 20 millones de ciudadanos rusos. La doctrina del Kremlin es que, al menos en las repúblicas de la ex Unión Soviética, la soberanía sigue a la población y no se limita a los territorios de la actual Federación. “El pueblo de Osetia del Sur pide ayuda al gobierno de Rusia, y le reclama que adopte medidas urgentes para defender a los residentes que son ciudadanos de la Federación Rusa”, afirmó un comunicado del gobierno sur-osetiano.

Rusia se opuso a la independencia de Kosovo –respaldada por todo Occidente, EE.UU. y la Unión Europea en primer lugar–, consecuencia de los afanes secesionistas de la antigua provincia de Serbia, tradicional aliada a Moscú. Antes aplastó la insurrección independentista de Chechenia, en el Cáucaso ruso. Ahora, con tanques T-54 y cazabombarderos Sukkoi-24, respalda el movimiento secesionista y anti-georgiano de Osetia del Sur. No es una inconsistencia doctrinaria la del Kremlin, sino la afirmación de la hegemonía rusa –ante todo en el Cáucaso– y de su creciente potencia internacional.

Putin reconstruyó el Estado ruso tras la implosión de 1991. Lo hizo a través de un doble movimiento de centralización: en primer lugar, sobre las 88 repúblicas de la Federación, ante todo Chechenia; y luego impuso el puño del Kremlin sobre las oligarquías surgidas de las caóticas privatizaciones de la era Yeltsin. Ahora afirma el poder ruso en las fronteras inmediatas de la Federación (Near Abroad), en el Cáucaso no ruso georgiano y en Osetia del Sur.

Raymond Aron señaló que el núcleo duro del bolcheviquismo (Lenin/Stalin) no era la fuerza doctrinaria del “marxismo-leninismo”, sino el “hecho ruso”, sinónimo de hegemonía, poder e imperio. El “hecho ruso” se denomina hoy Vladimir Putin.

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