viernes, 26 de octubre de 2007

- APATIA -



Cómo vencer la apatía ciudadana


Una de las tendencias preocupantes de la vida política y social argentina es la que nos indica que estamos asistiendo a un nuevo debilitamiento del espíritu de participación de la ciudadanía en la construcción de la democracia. Una parte significativa del cuerpo social argentino se está dejando invadir por una actitud de indiferencia o desinterés ante el destino institucional y político de la Nación.

Prueba de ese sentimiento son algunos sondeos de opinión pública que dan cuenta de un inusitado nivel de apatía ciudadana frente a los comicios presidenciales de este domingo.

Por un lado, una encuesta de la consultora Poliarquía para LA NACION, realizada una semana atrás, señala que el 73,5 por ciento de los consultados dijo prestarle poca o ninguna atención a la campaña electoral. Al mismo tiempo, el 72,8 por ciento se declaró "poco" o "nada" interesado en la política.

Otra encuesta reciente, efectuada por dos organizaciones no gubernamentales, la Asociación Civil Sumando Argentina y la Agrupación Argentina de Estudiantes para las Naciones Unidas (Aaenu), demuestra que más de la mitad de los jóvenes argentinos que votarían por primera vez manifestó indiferencia hacia el próximo acto electoral. De los principiantes en las próximas elecciones, sólo la mitad iría a votar si no fuera obligatorio y apenas el 4 por ciento dijo saber qué se elige y cuándo.

Estos datos, en particular el referido a los jóvenes, no deberían ser interpretados sólo como un llamado de atención a los candidatos y a sus equipos de campaña. Un problema que se advierte guarda vinculación con la carencia de espacios de participación reales para una juventud poco proclive a escuchar las promesas de postulantes y de gobernantes.

Una primera lectura de las conclusiones del último relevamiento puede llevarnos al facilismo de pensar que los argentinos nos encontramos ante otra muestra de una juventud anestesiada. Sin embargo, cabe tener en cuenta que desde su interesante experiencia con más de seis mil jóvenes de nivel secundario, en Sumando Argentina se enfatiza que tal percepción es falsa.

En efecto, los miles de jóvenes de 16 a 18 años que han participado del programa "Demos, Construyendo una Ciudadanía Responsable", que incentiva la participación ciudadana responsable de la juventud argentina, han desarrollado, tras haber participado en una compleja simulación de discusión de un presupuesto nacional, numerosos proyectos de mejora dentro de sus comunidades. Gestionar semáforos para su barrio, crear merenderos autosustentables, desarrollar campañas sobre el cuidado del medio ambiente, armar bibliotecas populares y liderar talleres de apoyo escolar han sido algunas de las iniciativas ideadas por esos jóvenes, estimulados por el hecho de hallar espacios en los cuales los protagonistas son ellos y en los que pueden autopercibirse como factor de cambio.

La falta de participación política no es un problema exclusivo de los jóvenes. De hecho, es un signo de toda la sociedad, que responde a múltiples razones.

Frecuentemente, se oye hablar de las cuestiones electorales como de una actividad que sólo les atañe o interesa a "los profesionales" de la política, una palabra que se utiliza todos los días, coloquialmente, con una visible intención despectiva.

Quienes alientan o emiten esa clase de juicios u opiniones incurren, de más está decirlo, en un gravísimo error. En el terreno de los principios y de la lógica que preside el desarrollo de los procesos cívicos e institucionales, nadie debe ni puede admitir -y mucho menos legitimar- la supuesta existencia de una comunidad política "profesional", integrada por quienes se dedicarían, con habitualidad, a manejar o administrar los asuntos públicos en su propio y exclusivo beneficio.

No es aceptable la existencia de una política "corporativa", desconectada de los auténticos compromisos cívicos de la República. La única política admisible es la que apunta a servir a las causas y a los objetivos generales vinculados con el bien común, en el marco de una democracia auténticamente plural y representativa.

En esa óptica, que es la única conciliable con la ética republicana y con el espíritu de nuestra Constitución histórica, todo ciudadano debe sentirse parte de una misma empresa política: la que contribuye, en todos los niveles, al engrandecimiento de la Nación.

La ciudadanía debe comprender que sin su aporte cívico constante y sin su pleno espíritu participativo nunca será posible construir las instituciones que requiere un país moderno y confiable. Cada ciudadano debe tener conciencia de que su contribución individual es una pieza clave para la edificación del sistema institucional que posibilitará el avance hacia las metas generales de progreso y bienestar con que sueña la inmensa mayoría de los argentinos.

Del mismo modo, la dirigencia política toda, y en especial quienes aspiran a ocupar los más altos cargos públicos, deberían actuar con la responsabilidad y la humildad necesarias para someter todas sus propuestas programáticas a la consideración ciudadana, sin actitudes esquivas y sin especulaciones mezquinas, como negarse a participar de un imprescindible debate por el hecho de que se cuenta con un importante aval en las encuestas de intención de voto.

Es necesario estimular el crecimiento de una cultura cívica cada vez más elevada y participativa, a fin de que las confrontaciones electorales constituyan auténticas oportunidades de superación y actualización de los grandes objetivos que aglutinan a la sociedad argentina en su conjunto.

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