miércoles, 24 de octubre de 2007

- TIEMPOS MODERNOS -


China redescubre a Marx

Esta semana, ante 2.217 delegados al 17 Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), el secretario general, Hu Jintao, formuló ante los representantes de los 73 millones de afiliados un balance de logros y dificultades de la segunda potencia comercial del mundo y tercera en orden de importancia en relación al producto bruto interno.


Por Jorge Castro
Diario Perfil

La economía china creció en los últimos cinco años por encima del 10% anual (11,5% en los primeros seis meses de 2007) y alcanzó un PBI de 2,7 trillones de dólares, medido según su capacidad de compra doméstica (PPP). El PBI per cápita trepó a 2.042 dólares (PPP), con un incremento de casi 20% con relación al año anterior.

Ahora el objetivo es multiplicar por cuatro en 2020 el PBI per cápita del año 2000, mientras se optimiza la estructura económica, se mejora la tasa de retorno y se reduce el consumo de recursos, a la vez que se intenta aumentar la protección del Medio Ambiente.

Cuatro son los principales desafíos que enfrenta la República Popular en esta etapa, según Hu: el crecimiento económico se realiza con un costo excesivamente alto en materia de recursos y medioambiente; se acentúa la tendencia al desequilibrio en el desarrollo de las zonas rurales y urbanas, así como de las regiones, y en general entre la economía y la sociedad. En tercer lugar, es cada vez más difícil un crecimiento sostenido de la agricultura y un incremento de los ingresos campesinos. Por último, la capacidad del Partido y del Estado para ejercer efectivamente la gobernabilidad está notoriamente en retraso frente a la nueva situación.





Hu Jintao sostuvo la necesidad de que el Partido desarrolle una “visión estratégica” centrada en la globalización de la economía mundial, y teóricamente fundada en el pensamiento de Marx. Su propuesta es una innovación radical en la historia ideológica de la revolución china. Tanto para el Partido Comunista como para el Kuomintang, el núcleo de la ideología revolucionaria desde su lanzamiento por Sun Yat-sen (1912) es el nacionalismo, en su triple significado de independencia, integridad territorial y soberanía nacional.

La modernización le fue impuesta a China por el Occidente industrializado y capitalista. Por eso, su historia desde 1840 (“Guerra del Opio”, pérdida de Hong Kong) hasta 1949, al menos, es la de la sujeción y la resistencia a los poderes extranjeros. El mundo para Mao Tse Tung y su generación, que incluye a Deng Xiaoping, quien lanzó las reformas y el proceso de apertura en 1978, era un sistema de Estados-naciones, en el que el objetivo chino era terminar con la “humillación” impuesta por los poderes extranjeros y lograr para la República Popular una posición internacional justa y legítima. Pero a partir del cisma chino-soviético y la guerra fronteriza entre las dos potencias “socialistas” (1960-69), y sobre todo durante los diez años de “Revolución Cultural” (1966-76), China se separó del sistema internacional y se sumergió en sí misma, en una política de autarquía en lo económico y de aislamiento en lo internacional.

Esta doble política coincidió con el colapso político, económico e institucional de la “Revolución Cultural”, y fue revertida a partir de 1978, dos años de la muerte de Mao, con el liderazgo de Deng Xiaoping. El mundo se convirtió en “global” en los últimos cinco años. En un sentido estricto, la globalización como hecho central de la época se convirtió en el eje de la visión estratégica china a partir de 1997 (crisis financiera internacional desatada en Asia y devolución de Hong Kong).




Allí termina, en la perspectiva china, el mundo como sistema de Estados-naciones, y emerge la transnacionalización como rasgo fundamental del sistema internacional, en la doble dimensión del carácter prioritario de las empresas transnacionales y de la desterritorialización del poder mundial. Las sucesivas visiones estratégicas del Partido Comunista chino no son resultado de diferentes interpretaciones de los textos canónicos del marxismo, sino consecuencia del cambio de las condiciones históricas. La propuesta de Mao sobre la “guerra prolongada” enseñada en las cuevas de Yenán, y las lecturas de Althusser en la margen izquierda del Sena, no son distintas exégesis de los textos de Marx, sino situaciones históricas radicalmente intransferibles.

El Partido Comunista chino se centra ahora en el concepto de la globalización, y redescubre al marxismo, mientras deja atrás el núcleo central de su trayectoria ideológica de 86 años, el nacionalismo, mediado por el legado de la Tercera Internacional y el leninismo: “La organización es poder”.

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