martes, 1 de abril de 2008

- VOLVER AL PASADO -




El país y la Plaza de Mayo


Los sectores adictos al oficialismo -con un fuerte protagonismo de sindicalistas e intendentes- han convocado para hoy a una concentración en la Plaza de Mayo a fin de que el pueblo manifieste su apoyo al gobierno que encabeza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

En momentos en que el país necesita más que nunca fortalecer las vías de la racionalidad, el diálogo y la prudencia para superar el conflicto que las autoridades mantienen con el sector del campo, no era lo más aconsejable promover esta clase de movilizaciones multitudinarias, que entrañan a menudo el riesgo de que se provoquen roces, conflictos y hasta situaciones de violencia. Nos es momento de ahondar diferencias, sino de buscar coincidencias.

El reprobable espectáculo que protagonizaron días atrás Luis D´Elía y otros dirigentes piqueteros cuando agredieron a algunos pacíficos manifestantes de la protesta agropecuaria en la propia Plaza de Mayo debe servir como ejemplo de lo que en ningún caso debe volver a ocurrir. Y debe servir también como advertencia sobre los hechos lamentables que podrían llegar a suscitarse si los incitadores de la marcha prevista para hoy decidieran desplazarse hacia alguna de las zonas en las que continúan apostados los promotores del paro instalado en las rutas.

Corresponde, por lo tanto, formular votos para que el proclamado apoyo al gobierno actual se exprese armoniosa y pacíficamente, y no se traduzca en manifestaciones de rechazo o de amenaza a los sectores enfrentados circunstancialmente al poder.

Debe reclamarse de los organizadores de la concentración el máximo esfuerzo tendiente a evitar que se produzcan encuentros irritativos entre sectores antagónicos o situaciones tensas de enfrentamiento político o ideológico. Es necesario extremar las medidas de prevención para garantizar el orden social y para convocar a la población en su conjunto a mantener actitudes de paz, de serenidad y de absoluto respeto por las ideas de todos los sectores.

De ninguna manera deben reiterarse los choques y las agresiones que los dirigentes piqueteros promovieron en los últimos días contra las personas que expresaron en forma civilizada su desacuerdo con el gobierno mediante marchas y cacerolazos.

Es hora de que el país se eleve por encima de sus disputas y de sus desencuentros. Y es hora de que los argentinos aprendamos a transitar las calles y las plazas de la República con total fidelidad a nuestras convicciones, pero también con entero respeto por las convicciones de los demás.

Las concentraciones multitudinarias en la Plaza de Mayo fueron muchas veces, en el pasado nacional, un claro pretexto para que un sector intentara adueñarse del escenario político nacional con la firme voluntad de excluir a los restantes segmentos de la sociedad. Es tiempo ya de que los argentinos nos veamos los unos a los otros como hijos de una misma nación y de una misma historia, aun cuando discrepemos o abriguemos ideas diferentes.

La Plaza de Mayo debe dejar de ser un espacio que nos separa y debe volver a ser un pedazo de historia que nos une. Los populismos anacrónicos deben ceder su lugar a los sueños e ideales que movilizan a quienes aspiran a convivir en la diversidad. Que todos nos encontremos en ella, aun en la diversidad, a la hora de imaginar un país mejor. En la Plaza de Mayo caben el dolor y la esperanza. Porque la Plaza de Mayo somos todos.

No hay comentarios: