lunes, 21 de julio de 2008

- DECA -




La decadencia


Por Jorge Fontevecchia




LOS CICLOS. Cada “S” grafica las etapas de preparación, plenitud y decadencia de cualquier proceso. En las patas inferiores y superiores, los esfuerzos no traen beneficios porque el proyecto aún no despegó o ya se hizo obsoleto. Maximiza los beneficios quien entra cuando está a punto y salta a otro antes de su agotamiento.


“Cristina nos arengó. Pensábamos que veníamos como gesto de apoyo, pero fue al revés: ella terminó levantándonos el ánimo a nosotros”, dijo uno de los 150 legisladores que concurrieron el viernes a Olivos.

Quienes creen que los problemas del Gobierno se solucionan “corriendo” a Néstor Kirchner pueden estar cometiendo el mismo error de cálculo que quienes creían que la presidencia de Cristina Kirchner sería diferente de la de su marido.
Ni Cristina puede separarse de su marido, ni está probado que ella sea menos dura que él. Sin embargo, el Gobierno terminará acatando la realidad, pero luego de resistirse todo lo que le sea posible e intentando aquellas venganzas que pueda ejecutar. Normalmente, las personas agotan los reproches a los demás antes de pasar a los autorreproches. Y como paso previo al recogimiento, se entregan primero a la ira. Hasta que la realidad se hace indisimulable.

Elisabeth Kübler-Ross, célebre psiquiatra suiza, enumeró los cinco pasos que atraviesan las personas antes de aceptar una noticia muy desagradable para sus vidas.
La primera es la negación, etapa en la que se encuentra el oficialismo, según lo confirmó ayer el propio jefe de la bancada oficialista de senadores, Miguel Pichetto: “La Presidenta nos felicitó y no consideró de ninguna manera que hubiéramos tenido una derrota”.

La segunda es la cólera, fase marcada por la rabia y el resentimiento, ciclo en el que Cristina Kirchner parece estar camino a ingresar, porque, según otro de los legisladores que el viernes estuvo en Olivos, al elogiar a uno de los perros del jardín, la Presidenta le respondió: “Ese me lo regaló Solá. Qué pena que no lo pusimos de legislador”. La Presidenta también dijo: “A los traidores, ni perdón”. Y profundizando sobre Cobos, agregó: “Está claro acá quién es Carmona” (quien presidió el golpe de Estado contra Chávez en 2002).

La tercera, cuarta y quinta fase, según lo que en medicina se conoce como el “modelo Kübler-Ross”, son las de asimilación: negociación (en la que se trata de reducir las consecuencias), depresión (cuando la persona puede expresar con sinceridad su dolor) y, finalmente, aceptación.

Money, money. Mientras esto les sucede a los Kichner, otro tipo de digestión se está metabolizando entre sus aliados. A diferencia de la anterior, ésta puede explicarse mejor desde la economía que desde la psicología, aunque tienen algunos puntos de contacto. Los inversores elogian a aquel que “sabe tomar pérdidas”. No siempre se puede ganar en la vida, pero el mal inversor sería aquel que cuando pierde se emperra: “No voy a vender justo ahora que la acción (el bono, la divisa, etcétera) bajó tanto. Espero hasta que vuelva a subir”. O en el caso de una empresa o un proyecto: “Si ya tengo invertido tanto, no puedo abandonar justo ahora”. En el manual del buen inversor, saber tomar pérdidas a tiempo es tan importante como saber ganar. Entrar y salir a tiempo es lo que hace la diferencia.

La fuente del gráfico que ilustra esta página es de McKinsey & Company, la consultora estratégica más importante del mundo. Cada “S” representa etapas de preparación, plenitud y decadencia de cualquier proceso. En las patas inferiores y superiores, los esfuerzos no traen beneficios, porque el proyecto aún no despegó o ya se hizo obsoleto. Por tanto, maximiza beneficios quien entra cuando está a punto y salta a otro proyecto antes del agotamiento.

Los políticos, los sindicalistas y los amigos del gobierno de turno de todo tipo no necesitaron escuchar a los consultores de McKinsey para entender que la clave de su carrera se apoya en saber acercarse al futuro gobernante que está por triunfar y en despegarse en el momento oportuno, justo a tiempo para subirse al proyecto del próximo ganador.

Traduciendo el gráfico de McKinsey al universo K, Zannini o De Vido se sumaron al proyecto de Kirchner en su fase inicial (la pata de abajo) y tuvieron que transitar muchos años de esfuerzos en la acotada Santa Cruz, obteniendo resultados modestos en lo que a sus beneficios personales se refiere, durante la etapa provincial de Néstor Kirchner. Luego, gozaron de los dividendos del despegue en la fase nacional de Kirchner y probablemente continuarán fieles a su jefe en el ciclo de decadencia (como se dice en economía), “consumiendo capital” acumulado.

Pero ellos son la excepción. La enorme mayoría de los aliados del kirchnerismo, siguiendo con darwinismo empírico la recomendación de McKinsey, ingresaron al proyecto del matrimonio presidencial cuando éste triunfó, y con la misma rapidez con la que se subieron a él comenzarán a bajarse, lo que en la política argentina significa “pasarse al equipo contrario”. Cada una de esas “defecciones” volverá a ser indigerible para los Kirchner, reiniciando los cinco pasos descriptos en el “modelo Kübler-Ross”.
El matrimonio presidencial tendrá que acostumbrarse al círculo vicioso después de muchos años de círculo virtuoso.

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