domingo, 26 de julio de 2009

- GOBERNAR -




¿Se puede aprender a gobernar?


En la última década los programas de capacitación en gestión pública se multiplicaron por todo el país, en respuesta a una demanda que sigue creciendo. La falta de confianza en los políticos se cuenta entre las razones de este auge, como también la necesidad de apostar a una nueva dirigencia


Enrique Fraga
Para LA NACION
Noticias de Enfoques



Ya se le había ocurrido a Quino hace algunas décadas cuando en una de las tiras de "Mafalda" uno de los personjes proponía formar una escuela para enseñarles a gobernar a los presidentes de la Argentina. El remate del chiste, claro, los volvió a dejar sin palabras: ¿quiénes serían los maestros?

Por lo pronto, parece que cada vez hay más alumnos. Los especialistas coinciden en que la demanda en instrucción para la función pública está en aumento: en la última década la cantidad de programas dictados en el país se multiplicó por diez. Así lo confirmó Nicolás Ducoté, director general de Cippec. "Por año, en los 90 no había más de 200 personas interesadas en cursar. Hoy llegan a 1500", explicó, y asegura que este crecimiento se expresó también en el ámbito público y académico.

"Debido a la crisis, el Estado se volvió un actor fundamental y requiere cada vez más gente capacitada", coincidió la directora de la carrera de gobierno de la Universidad Argentina de la Empresa, Estela Garau.

En tanto, según registra la Comisión Nacional de Educación y AcreditaciónUniversitaria, hay en el país una decena de especializaciones de posgrado dedicadas a la gestión pública. En 2008, el Instituto Nacional de Capacitación Política, que depende del Ministerio del Interior, desarrolló un programa de formación de dirigentes e inauguró sedes en 13 provincias. Fuentes del organismo informaron que asistieron en promedio unas 800 personas por curso.

Con cupos limitados o abiertos a la comunidad, las reglas de admisión las pone la organización anfitriona: estudiantes universitarios, líderes comunitarios, empresarios y funcionarios públicos de distintos estamentos, pero también políticos de primera línea. Lo curioso es que el perfil de los alumnos no siempre está asociado con la política tradicional. En la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), en 2008, la mitad del centenar de interesados en su escuela de formación política fueron jóvenes sin militancia.

En líneas generales, los módulos dictados abordan temáticas como la construcción del liderazgo, el respeto por las instituciones, el fortalecimiento del Estado y el desarrollo de una cultura democrática en la que convivan distintas ideologías. Pero las diversas opciones son seductoras no sólo para jóvenes que quieren forjar sus primeras herramientas en el sector. También son punto de reunión de funcionarios ya formados y con importante trayectoria.

"Nuestro diagnóstico es que la principal traba que posee el desarrollo del país es un problema de formación de su dirigencia política. Hasta que no exista gente capacitada profesionalmente, el resto de los problemas de la sociedad no podrá resolverse", explicó el presidente de la Fundación Contemporánea, Simón Bestani, cuya organización se dedica a la preparación de dirigentes y tiene sedes en Capital Federal, Buenos Aires y Mendoza.

Tradicionalmente fueron los partidos políticos los encargados de formar a los dirigentes y educar a sus miembros en el manejo de la cosa pública. Pero, seguramente, la crisis de los partidos como faros de la vida institucional -que tantas marcas ha dejado en la cultura política del país- y el desprestigio de la política ante la sociedad civil dieron impulso a esta nueva demanda de formación específica.

"Los partidos dejaron de formar a sus cuadros. Las fundaciones, por ejemplo, ofrecen un espacio de capacitación del que las antiguas estructuras partidarias hoy carecen. Esto permite la formación de cuadros de políticos profesionales", explicó la investigadora de la Universidad Católica Argentina Adriana Sirito.

"En la Argentina los partidos se dedicaron a hacer militancia punteril y no promovieron la instrucción. Nosotros complementamos la vocación militante con la enseñanza para gestionar una realidad cada vez más compleja", dijo a LA NACION Guillermo Chaves, director del Instituto Nacional de Capacitación Política (Incap).

César Tcach, director de la escuela de formación política que funciona en la UNC, coincide en el diagnóstico. "Nuestra propuesta surgió ante la necesidad de aportar un grano de arena para elevar la calidad institucional en la Argentina. A diferencia de Chile y Uruguay, aquí la dirigencia no sobresale intelectualmente", opinó Tcach y admitió su intento por reformar la calidad educativa de los dirigentes "navega contra la corriente". "Hay una devaluación de la política que a veces viene del mensaje de los mismos políticos. Sin embargo, aquí contrarrestamos esas tendencias. Apostamos a que en los partidos se obedezcan reglas y no a personas".

Según Bestani, de la Fundación Contemporánea, a la dirigencia actual le hace falta una capacidad de administración con visión estratégica. "Es por eso que no sólo enseñamos a administrar, sino también a desarrollar una estrategia política", agregó.

Muchas entidades surgidas al calor de algún referente político mantienen entre sus actividades la formación de dirigentes y cuadros. Entre ellos, el instituto Hanna Arendt, cuyo referente es la titular de la Coalición Cívica Elisa Carrió, la fundación Creer y crecer, del jefe de gobierno porteño Mauricio Macri, el Grupo Sophia, de su jefe de gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, el más reciente Consenso para el Desarrollo Argentino (CODA) creado por el vicepresidente Julio Cobos en octubre último.

"Esta fundación no surgió con un objetivo electoral", explicó la diputada cobista Laura Montero, quien preside la organización. "Lo que se intenta es armar mecanismos de participación ciudadana, pero sin ingresar a los esquemas políticos tradicionales".

En la misma línea, en el Instituto Hanna Arendt, fundado en 2004, se definen como formadores "de ciudadanos" y no de "cuadros políticos". "Por supuesto que estamos disputando el poder, pero no sólo para conseguir cargos", explicó Diana Maffia, directora académica del instituto. "Tratamos de realizar un cambio cultural para transformar la política".

"La gestión pública suele tener una mala imagen", explicó el diputado nacional Esteban Bullrich por Recrear, cuya institución recibió 350 alumnos en 2008. "Por eso ofrecemos la posibilidad para estudiarla y armar un espacio en el que se interactúe con funcionarios, quienes aportan su experiencia".

"Más que a capacitarse académicamente, los políticos vienen a buscar información sobre temas de actualidad", comentó Gerardo Bongiovanni, presidente de la Fundación Libertad, de Rosario, que organiza seminarios de economía a los que han asistido los ex gobernadores de Santa Fe Carlos Reutemann, Jorge Obeid y el actual mandatario de la provincia, Hermes Binner.

La Red de Acción Política (RAP) es otra fundación que invita a políticos a participar de actividades de formación. En su página web figuran como parte de su plantel legisladores nacionales y provinciales, concejales e intendentes, pero también gobernadores como Celso Jaque (Mendoza) Fabiana Ríos (Tierra del Fuego), Jorge Sapag (Neuquén), Juan Manuel Urtubey (Salta) y la ex vicejefa del gobierno porteño y diputada electa Gabriela Michetti.

"En noviembre de 2008 viajamos a España junto con los gobernadores Fabiana Ríos, Juan Manuel Urtubey y Hermes Binner. Visitamos los distritos de Andalucía y Castilla y León en donde no sólo se observaron realidades de gestión distintas, también surgieron oportunidades de cooperación", contó el titular de RAP Alan Clutterbuck.

Estas nuevas vías de acceso al mundo de la política generan diferentes opiniones. En muchos casos, se ven obligados a aclarar que para ejercer el poder se necesita algo más que estar bien capacitado intelectualmente. Entre la vieja escuela y la nueva, quizás no haya todavía suficiente interconexión. "La formación nunca puede sustituir a la militancia política", opinó el ex ministro del interior y ex legislador por la UCR Federico Storani. "La militancia no es sólo ir a un curso. Es preparar un local partidario, llevar las sillas a las 7 de la mañana para una reunión y resignar muchos aspectos de la vida personal".

También Miguel Rossi, quien dicta teoría política en el Incap y es profesor en la Universidad de Buenos Aires, apunta en esa dirección. "Se puede ser doctor en Ciencias Políticas y, a la vez, un mal político. El buen político es un artista que trabaja con la energía humana para conducir un conjunto colectivo. Deben existir una vocación de servicio, una pulsión y, desde ya, una necesidad de poder."

Según Nicolás Ducoté, de CIPPEC, "no se puede hacer a alguien más carismático, pero sí se pueden mejorar las habilidades de la gestión como aprender a armar un presupuesto o a administrar mejor los recursos del Estado".

En otra línea, Alan Clutterbuck, de RAP, consideró: "Es posible formar un político. No creo que se nazca de una manera. Luego de la crisis de 2001 mucha gente que no pensaba hacer política vio la necesidad de entrar en ella y hoy posee responsabilidades importantes. Tenemos la capacidad de desarrollar habilidades y destrezas".

Más allá de las tensiones entre la nueva y la vieja escuela, en lo que los protagonistas de este auge coinciden es en que, del grado de la capacitación de la nueva generación política dependerá que el país se encamine, o no, hacia el desarrollo.

© LA NACION

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