miércoles, 22 de julio de 2009

- SARAMAGO -




Libros en agenda


El blog de Saramago


Silvia Hopenhayn
Para LA NACION
Noticias de Opinión






VISITAR blogs tiene el candor y la impudicia de la curiosidad. Ver sin ser visto, escribir sin ser juzgado, arrojar al espacio virtual la esperanza de convertirse en alguien para otros. El recorrido es azaroso y por ahora la jerarquía se establece más que nada por afinidad. Se eligen los blogs de amigos o aquellos que los amigos recomiendan.

Crear un blog es fácil, alimentarlo implica una dieta de ostracismo, horas y horas frente a la pantalla volcando ingenio, interactuando con visitantes, "linkeando". Este flujo continuo de información y subjetividad fomenta la extraña sensación de que tener un blog es una forma de adquirir una identidad (aunque en varios casos se la extravíe en el intento).

Entre los escritores, se genera cierta controversia, que atañe a las distintas generaciones. Muchos autores jóvenes instauran un blog antes de publicar sus libros. Como si tantearan en la red la repercusión que pudieran obtener, y las editoriales usufructuaran dicha garantía, publicando a escritores que ya vienen con una "cartera" de lectores preasegurados.

Por su parte, los autores maduros, se ven empujados a configurar un blog para agilizar el contacto con los lectores y renovar sus escritos de manera instantánea. Es lo que le ocurrió a José Saramago, impulsado por Pilar, su esposa, y otros amigos, quienes le configuraron un blog "para escribir de todo, comentarios, reflexiones, simples opiniones?".

El autor de El evangelio según Jesucristo aceptó la oferta. El resultado ahora puede leerse en un libro recién publicado por Alfaguara: El cuaderno, textos escritos para el blog entre septiembre de 2008 y marzo de 2009. En cierto modo, esta forma de hacer proliferar los escritos le otorga un cariz de diario personal.

El libro ?que no necesariamente cumple con el orden de aparición de los textos en la red? comienza con un hermoso elogio a la ciudad de Lisboa; luego recorre la actualidad, estableciendo duplas conflictivas: democracia y felicidad, mentira y verdad, justicia y esperanza, Dios y eternidad. No pierde oportunidad de despotricar contra la izquierda, Sarkozy, Berlusconi, Ratzinger, Bush, las FARC, etc. Juega con la remembranza y el remordimiento por medio de sutiles retratos: Jorge Luis Borges, Jorge Amado y su hermano del alma, Fernando Pessoa.

Más allá de los aportes de José Saramago a polémicas vigentes, sus textos menos estruendosos, más abstractos, son los más logrados, allí donde su imaginación roza con los mejores vaticinios (como tan bien y bellamente lo consiguió en su novela Ensayo sobre la ceguera).

Dada la brevedad de este formato, algunas de sus afirmaciones se vuelven un tanto endebles. Si bien "vivimos en una sociedad que parece haber hecho de la violencia un sistema de relaciones", suena algo precipitado concluir que los padres le tienen miedo a sus hijos. Una cosa es temer por sus destinos, otra temerles en carne propia.

¿Será que el blog predispone al arrojo? Vale rescatar una frase de Camus que el propio Saramago cita en uno de sus textos: "Si alguien quiere ser reconocido basta que con diga quién es".

Así de simple.

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