lunes, 7 de enero de 2008

- USO HORARIO -




La Argentina,

un país en medio del Atlántico



No sé si vamos a ahorrar energía con el cambio de huso horario. La práctica, controvertida desde que William Willett la propuso por vez primera en 1907, ha sido estudiada con resultados muy variados. A veces, el horario de verano muestra que se ahorra energía. A veces, no. Y algunos estudios y simulaciones concluyen que el consumo de energía aumenta.

(Datito delicioso que encontré de casualidad. Willett, que murió de influenza a los 58 años y nunca vio el horario de verano convertido en ley, fue el tatarabuelo de Chris Martin, el cantante de Coldplay.)

Decía que no sé si ahorraremos electricidad, pero como experiencia tecnológica ha sido de lo más interesante. El sábado 30 de diciembre a la noche adelanté una hora los relojes que uso con más frecuencia, colocando al país en medio del Atlántico y visualizando mentalmente el mapa de los husos horarios (http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/01/2007-02-20_time_zones.svg .

La Argentina tiene prácticamente todo su territorio en la zona -4, con una región, al Oeste, en -5. Es decir, cuatro y cinco horas antes que Greenwich. Pero utilizamos oficialmente el huso -3, con lo que el horario de verano está establecido de forma permanente, por así decir.

Ahora, acercándonos una hora más hacia Greenwich, nos fuimos a lo que se conoce como Atlántico Central, en el huso -2. Esto ya lo había dicho a LA NACION Gerardo Rabinovich, prosecretario del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi ( www.lanacion.com.ar/974013 ), y cuesta trabajo creer que sea cierto.

Pero lo es. Dicho más simple, hasta ahora, cuando me levantaba a las 7 de la mañana, eran en realidad las 6. A partir del 30 de diciembre, estoy saliendo de la cama a las 5. Si viviera en la zona cordillerana, en el uso horario -5, estaría levantándome a las 4 de la mañana.

Hoy, por ejemplo, he almorzado a las 12.30. Es decir, a las 10.30 de la mañana. Si eso no es un brunch, no sé qué es. En todo caso, no es divertido para mi ciclo circadiano.

Así que pregunto, ¿la hora oficial puede ser decretada de forma arbitraria, o los husos horarios significan algo que afecta nuestras vidas? La llamé a Felicitas Arias, jefa de la sección Tiempo, Frecuencia y Gravimetría de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas, en París, y me respondió lo que más temía: "Los husos horarios tuvieron por objeto una unificación horaria en el mundo y una coordinación, de manera tal que cada país pueda decidir (y eso sí es arbitrario) a qué huso horario asociar la hora oficial.

Lo habitual es que la hora oficial sea la que corresponde a su huso horario. ¿Por qué? Porque nuestros ciclos vitales son solares, y de lo que se trata es de que al mediodía el sol pase por el meridiano local del lugar. En el caso de la Argentina, el centro del uso horario -4 pasa por la ciudad de Chivilcoy". Esto es, a sólo 164 kilómetros de la Capital Federal. Menos de 2 grados de longitud, me explica un amigo geofísico mientras redacto esta nota.







Pero, ¿cómo llegamos a tener dos horas de adelanto en verano en un país que ocupa prácticamente sólo un huso, el -4? "Es el único caso en el mundo –me dice Felicitas, que está de vacaciones y sin embargo se toma el tiempo para explicar minuciosamente cómo la Argentina fue a parar al medio del Atlántico–. Eso pasó de una manera muy extraña. La Argentina tenía su hora legal determinada por decreto del Poder Ejecutivo. En una época era -4 con adelanto de una hora en el período estival. En algún momento quedamos en -3, por razones de emergencia energética.

Y un día el presidente de turno se levantó y lo cambió a -2, lo que obligó a las provincias a decretar horas locales. Hasta que, después de mucho luchar, en 1994 hubo un decreto de Menem y volvimos a -3 en verano, pero nunca regresamos a -4 en invierno, que es lo que corresponde no sólo por el huso horario, sino también para ahorrar energía. En 1999, antes de venirme a Francia, estuve en Diputados dando asesoramiento, y se aprobó una ley para volver al horario lógico, -4 en invierno y -3 en verano. Pero De la Rúa la vetó."

Se olvidaron de poner en hora el reloj del país, concluyo. Tan extravagante situación se vio reflejada estos días en algunos sitios Web que se dedican a dar las horas del mundo. Uno de los más populares, World Time Server ( www.worldtimeserver.com ), nos colocó hasta el miércoles a la tarde en el uso geográficamente correcto, es decir en -4. Luego, súbitamente, alguien se dio cuenta y nos pasaron al -2. Otros, como Time and Date ( www.timeanddate.com/worldclock/ ), nos tenían en el -2 desde el primer minuto del 30 de diciembre. Pero no faltaron los que no se dieron por enterados del adelanto, al menos hasta el cierre de esta edición. Quien lo viera de afuera no tendría modo de saber qué hora era en la Argentina.

"La gente en la Cordillera está almorzando a las nueve y media de la mañana –ejemplifica, indignada, Felicitas–. Esta situación es única en el mundo. En estos días algunos colegas suyos me han dicho que en Europa también hay países que adelantan dos horas el reloj en verano, ¡pero aquí tenemos que conciliar los horarios de una región que ocupa tres husos horarios! La Argentina entra prácticamente toda en sólo uno."

¿Qué hora no es?

Para los que vivimos aquí, había una complicación adicional: la enorme cantidad de relojes con que nos hemos rodeado en la última década. El del equipo de audio y la videocasetera; los de dos o tres celulares; los de pared en la cocina y el comedor; los de pulsera; los de las computadoras; el del teléfono inalámbrico; el del la Palm; el del auto, y, por cierto, el odioso despertador. Si al menos estuvieran todos sincronizados… Pero no. Como son mecanismos de baja precisión, luego de unos meses cada uno marca la hora que quiere. Típico de nuestra época. Quince relojes y no podemos estar seguros de qué hora es exactamente.

Con el adelanto del sábado 30 de diciembre, la confusión se fortaleció. No planeaba poner todos los relojes en hora. Pero a los dos o tres días ya me había olvidado cuáles estaban en el horario de verano y cuáles no. Decidí quedarme con el reloj de pulsera puesto todo el tiempo, a pesar de que me resulta muy incómodo, y traté de reajustar mi interpretación de la luz diurna. Pero no lo lograba del todo. Lógico, uno se pone a cocinar cuando el reloj marca las 9 de la noche, pero en realidad son las 8. Y, para el cuerpo, son las 7 de la tarde. ¡Ay!

Dos días después, en medio de las fiestas, con la rutina diaria alterada por un lunes que fue como sábado, me di cuenta de que había perdido por completo la noción del tiempo. Así que, pacientemente, cambié todos los relojes de la casa.




Miles de millones

Días más difíciles tuvieron los administradores de sistemas, como resumí en el videoanálisis de la semana última ( www.lnteve.com/video1278-corridas-en-las-redes-informaticas-a-causa-del-cambio-de-huso-horario ). El adelanto de la hora se decidió en pocos días, como si fuera un trámite sencillo. Lo era hace un cuarto de siglo. Hoy, en el mundo interconectado, con miles de millones de computadoras cuyos relojes deben estar correctamente en hora para que trillones de pequeños procesos marchen sin novedad, el cambio de huso horario es mucho más complejo y riesgoso. El mundo depende hoy de esas computadoras, de esos procesos, de esos relojes.

En 72 horas y con las Fiestas encima, los administradores tuvieron que encontrar la forma de poner en hora automáticamente varios cientos y miles de computadoras en sus redes. Salvo casos especiales, debían lidiar con muchas variantes de hardware y unas cuantas versiones de sistemas operativos. Un jefe de sistemas me dijo, por ejemplo: "No sé qué vamos a hacer con las Mac, son tierra de nadie con esto del cambio del huso horario. Tendremos que hacerlo a mano, pero son demasiadas…" Lo terminaron haciendo a mano, supe después.

Otro, en cambio, debió vérselas con 300 Linux. Escribió un script para hacer la tarea, mientras consultaba simultáneamente a la Oficina Nacional de Tecnologías de la Información (ONTI; www.sgp.gov.ar/contenidos/onti/onti.html ) y a Arthur David Olson, el fundador de zoneinfo ( www.twinsun.com/tz/tz-link.htm ), la base de datos de dominio público que reúne información sobre las zonas horarias en todo el mundo. Olson, que trabaja en los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, respondió antes que la ONTI con la modificación correspondiente para adaptar los Unix y Linux al cambio de hora.

A Olson le avisaron técnicos locales, y el archivo southamerica , dentro de tzdata , contiene comentarios que demuestran el desconcierto y el disgusto de estos expertos frente a la decisión adoptada por las autoridades nacionales. Dos notas de LA NACION fueron usadas para probar que la Argentina realmente había decidido empezar a usar DST (Daylight Saving Time) a fines de diciembre.

El lector puede consultar estos documentos bajando los archivos del sitio de zoneinfo . Dato no menor: este texto y estas quejas están ahora en millones de Unix y Linux alrededor del mundo.

Un día más tarde, el viernes 28, sólo 48 horas antes de la hora señalada, el Arcert ( www.arcert.gov.ar ) envió un mail con soluciones para Unix y Windows a los suscriptos a su lista de distribución, aunque aclaraba que no habían tenido tiempo de verificar estas estrategias. El hecho de que una organización de excelencia como el Arcert reconozca en ese mail que "no hemos tenido tiempo de probarlas exhaustivamente, por lo que recomendamos aplicarlas en equipos de prueba antes de utilizarlas en equipos de producción" es una demostración de que la medida fue adoptada sin tomar en consideración las complicaciones que causaría en la Argentina del siglo XXI.

No porque sí Microsoft involucró a su centro mundial de soporte técnico para hacer frente a la coyuntura, puso seis ingenieros locales a trabajar día y noche en el problema y tenía listo un equipo para enviar en avión a Buenos Aires si las cosas se ponían espesas.

¿Y en casa?


Entre tanto, varios millones de computadoras personales en el país estaban en idénticas condiciones, pero sin jefe de sistemas. Microsoft respondió a tiempo con un sitio Web donde se ofrecen varias soluciones para Windows ( www.microsoft.com/argentina/dst/ ). La que más me gusta es la creación de un archivo de modificación del Registro, que es donde Windows guarda los datos de la zona horaria.

Como puede observarse, en la página hay un fragmento de código dentro de un recuadro ocre. Este código crea un nuevo huso horario llamado Buenos Aires y añade la casilla para activar el horario de verano. Lo que debe hacerse es seleccionar con el mouse ese código, copiarlo ( Ctrl+C ), pegarlo en un documento de Bloc de notas ( Ctrl+V ) y cambiarle el nombre para que la extensión sea .reg. Luego, con un doble clic, Windows integrará este código al Registro y se podrá ajustar la zona horaria a las nuevas y asombrosas condiciones de luz de nuestra nación.

Por Ariel Torres
La Nación

No hay comentarios: